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¿Qué es la depresión?


La depresión está en boca de todos, conocido como un trastorno psicológico en el cual la persona tiene una gran tristeza. Sin embargo, la depresión no es solo estar triste. Supone en la persona un conjunto de  síntomas, que varían según la persona.


Los síntomas más comunes son de tipo emocional (tristeza, desesperanza, vacío emocional, apatía, dificultad para experimentar placer, irritabilidad…), del pensamiento (pensamientos de pérdida de sentido de la vida, de inutilidad o culpa, pensamientos catastróficos o sobre la muerte, entre otros), físicos (alteraciones en la alimentación o el sueño, cansancio, dolores físicos, a veces  síntomas de ansiedad...) y conductuales (aislamiento, evitación de actividades sociales, abandono de actividades de ocio o incluso de actividades básicas del día a día, etc).


¿Por qué tengo depresión?


Normalmente no hay una causa única para la depresión, sino que suelen ser un conjunto de circunstancias las que nos lleven a entrar en este pozo de tristeza. También varía mucho según la persona y el tipo de depresión. Sin embargo, podemos destacar algunas de las causas más comunes.


Se sabe que la depresión proviene en parte por factores genéticos y biológicos y, en mayor parte, por factores ambientales.


Factores genéticos y biológicos


Existe cierta predisposición genética a padecer depresión. De tal forma que, si algún familiar tiene esta enfermedad, tendrás aproximadamente un 40% más de probabilidad de tenerla en un futuro.


En este sentido, la disminución de algunos neurotransmisores en el cerebro, como la serotonina (la hormona de la felicidad) suele estar relacionada con una posible depresión.


Sin embargo, no todas las personas que tienen predisposición genética a tener depresión, acaban padeciéndola. Esto es porque el factor genético no suele ser la única causa, sino que a la vez suelen darse otras circunstancias más ambientales.


Cuando la causa es meramente biológica o genética, estaríamos ante una  depresión endogena. En este caso no ha ocurrido nada en el entorno que detone la depresión, sino que el factor biológico es mucho más fuerte. Suelen ser alteraciones hormonales las que provoquen su aparición, como puede ser el bloqueo de endorfinas, que son las encargadas de hacernos experimentar placer.


Haber experimentado una pérdida


Experimentar una pérdida es a menudo un predisponente para la depresión. Las pérdidas pueden ser de muchos tipos: familiares, sentimentales, económicos, laborales, de amistades o de la propia juventud, entre otras.


Haber perdido a un familiar puede acabar desembocando en una depresión. No obstante, hay que tener en cuenta que, ante una pérdida, todos tenemos que atravesar un periodo de duelo, de adaptarnos a la nueva situación. Es importante que sepas que la fase depresiva del duelo no es lo mismo que tener depresión.  Pulsa aquí  si quieres saber más sobre las fases del duelo.


Una pérdida sentimental también suele ser un duro golpe que, según las características y las circunstancias de la relación, puede llevarnos a una depresión. En tal caso, este tipo de pérdidas también requieren de un  duelo sentimental.


Igualmente, las pérdidas económicas o laborales nos llevan a experimentar emociones muy negativas, debido al cambio de vida, la necesidad, o las dificultades para encontrar empleo.


La pérdida de la juventud suele estar muy asociada también a una depresión, conocida por todos como la “crisis de los 40”.


Hay que tener en cuenta que todas estas pérdidas por sí misma no suelen llevarnos a una depresión, sino que suele ir unido a otras causas generalmente más biológicas.


Cambios en el ambiente


Otros cambios en nuestro entorno también pueden detonar esa depresión. En este sentido, haber pasado por una situación complicada o traumática es un gran detonante.


Estos cambios pueden referirse a haber presenciado o vivido un accidente o alguna situación de daño hacia uno mismo u otros, haber sufrido  violencia física o psicológica  en nuestras relaciones o en el trabajo, haber tenido algún tipo de trauma.


También influyen otros cambios de otro tipo, como cambiar de trabajo o de vivienda, el divorcio de los padres o tener hijos.


Pautas de crianza y temperamento


Cuando somos niños somos esponjas. Adquirimos todo lo que vemos o escuchamos en nuestro entorno. Si en nuestra infancia o en nuestro día a día convivimos con personas que padecen una depresión o que suelen tener una visión negativa y pesimista de la realidad, es probable que aprendamos estos patrones y nos comportemos igual.


Esto viene unido al temperamento y la personalidad que desarrollamos. Podemos aprender a ser depresivos. Si estamos largos periodos de tiempo con depresión, suele denominarse distimia.


Factores de riesgo


Existen además otros factores que nos predisponen a tener depresión. Entre ellos, ser mujer es un factor de riesgo para tener depresión. Así mismo, no contar con una buena red de apoyo social, tener una  baja autoestima, el bajo nivel socioeconómico, tener otro trastorno psicológico o padecer una enfermedad física o incapacitante.


¿Qué hacer si tengo depresión?


Si crees que estás pasando por una depresión, puede ser que necesites la ayuda de un profesional. Un psicólogo puede ayudarte a salir de la situación lo antes posible. Si quieres saber más sobre el tratamiento, te invito a que leas nuestro artículo sobre  cómo superar la tristeza.

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