¿Qué es la aerofobia?


La aerofobia es el miedo a volar en avión. Aunque parece algo muy de película, las estadísticas señalan que una de cada tres personas padece esta fobia. Es por eso que muchas aerolíneas asustadas por estas cifras han decidido poner cartas sobre el asunto y ofrecer cursos para superar esta fobia.


La base de este miedo surge de la posibilidad de que haya un accidente que sea mortal. Sin embargo, la realidad señala que el avión es mucho más seguro que otros medios como el coche, entonces ¿Por qué genera más miedo?


Como ya sabemos el miedo es irracional y, muchas veces, no entiende de estadísticas y pruebas. Sin embargo, si podemos ver que el miedo a los aviones pueden verse agravado por otras cuestiones como que: tenemos poca exposición a este tipo de actividad (de primeras no es algo que hagamos cada día), además también es un espacio reducido que puede producir claustrofobia y que el miedo a las alturas o acrofobia tambien podía estar mediando.


Causas de la aerofobia


Las causas del miedo a volar son múltiples tal y como sucede en el resto de fobias. Incluso es posible que la persona no sepa identificarlas en su historia vital. En estos casos que no se encuentra el origen puede estar mediando que haya escuchado la historia de otra persona y que sin haber experimentado el miedo en primera persona lo haya adquirido.


Las causas más frecuentes son: experiencias traumáticas en un vuelo anterior, quizás un momento vergonzoso, el buscar información sobre accidentes de aviones, aprender el miedo de otras personas que viste sufrir a montar en un avión o como hemos comentado que la persona cuente con otras fobias que también implica la situación de vuelo como son los espacios reducidos o las alturas.


Otra causa puede ser el miedo que se siente como pasajero al no tener ningún control sobre la situación lo que hace que persona pierda la calma


Por su parte, este miedo se mantiene en el tiempo porque la persona evita estas situaciones. Al evitar el vuelo, la persona lo único que hace es que aumentar su miedo, ya que no se expone a la situación más probable: que viaje y no pase nada malo.


Consecuencias de la aerofobia


A pesar de que la aerofobia no es una fobia que este impidiéndonos llevar a cabo nuestro día a día, a no ser que la persona que la padece dependa del avión, sí puede llegar a ser problemática. Es problemática ya que su intensidad no solo provoca mucho sufrimiento y malestar, sino porque impide a la persona realizar ciertas actividades.


La ansiedad es el sentimiento más frecuente en esta fobia, pero la forma de manifestarla cambia con cada persona. Hay que gente desarrolla ataques de pánico, otros falta de aire, otros dolor en el pecho y muchas veces se dan hasta vómitos.


Esto no solo suprime ciertas clases ocio como el viajar y descubrir lugares sino que también puede afectar a aquellas personas con trabajos impliquen tomar aviones pudiendo inducir al despido.


Pautas para superar el miedo a volar


Existen ciertos consejos que pueden ayudarte a mejorar tu miedo a volar para que puedas viajar sin sentir tanto malestar. Algunos de ellos son:


Informarse sobre el transporte aéreo


Es útil que la persona sepa cómo funciona el avión, que significa cada cosa que se avisa por megafonía, como se pueden interpretar ciertos sonidos e incluso las tasas de accidentes.


El avión es una forma muy segura de viajar en comparación con otros medios por lo que no es lógico temerlo por encima de otros transportes que usamos de manera casi diaria.


Pensar en el vuelo


Para muchas personas reflexionar sobre el hecho de que tienen que viajar es ya un suplicio. Para acabar con este malestar tratan de evitar ese pensamiento, sin embargo esto no es algo recomendable.


Es mucho mejor revisar cómo va a darse el trayecto para que nada nos coja de improviso. Esto, como ya comentaremos más adelante, sirve como técnica de exposición en imaginación.


Evitar el estrés el día del vuelo y el anterior


Afrontar la jornada de vuelo con tranquilidad sin abusar de las bebidas excitantes es una buena pauta para controlar nuestro nivel de ansiedad. Esto se debe hacer desde el día anterior.


Fomentar la relajación


Hacer ejercicios de respiración, relajación o meditación puede ser una forma muy útil de controlar nuestra activación. Para que funcionen de manera óptima estos ejercicios en una situación tan ansiógena como, es el momento previo a un vuelo, deben haber sido practicados con anterioridad por la persona con aerofobia.


Distraerse


La ansiedad surge por que interpretamos la situación como peligrosa. Estos pensamientos son difíciles de remodelar, pero sí los podemos desplazar de nuestro foco atencional. Para esto puedes centrarte en leer un libro, escuchar música o incluso dormir.


Opta por los asientos de pasillo


Tanto si nuestra aerofobia está relacionada con el miedo a las alturas como si no, es útil que optamos por los asientos que no están al lado de la ventanilla para evitar mirar a través de ella.


Interpreta bien las situaciones


Situaciones más críticas como son las turbulencias pueden desatar un episodio más fuerte. Esto es porque interpretamos de manera catastrofista sin apenas tener pruebas.


Es útil en estos casos pensar que el piloto sabe lo que hace y que las turbulencias, aunque se dan en prácticamente todos los vuelos, no son algo determinarte de accidente, ya que el avión está más que preparado.


Tratamiento de la aerofobia


Si sufres de aerofobia y los anteriores consejos no han servido de ayuda el tratamiento de elección es la Terapia Cognitivo Conductual. A través de esta terapia se reestructuran los pensamientos disfuncionales que generan ansiedad sobre la situación de vuelo para cambiarlos por otros más adaptativos y se suprime la evitación.


Las fobias se tratan con exposición al estímulo que asusta para que la persona sea capaz de ver que la situación que temía no era peligrosa como en un inicio pensaba. Esta exposición puede empezar haciéndose en imaginación, ya que no nos podemos exponer a un avión tan fácil como lo haríamos como en la fobia a los perros, por ejemplo.


La exposición siempre se debe llevar a cabo de manera progresiva, es decir, acercándonos al estímulo que más aterra a la persona, poco a poco. Un ejemplo podría ser primero en imaginación, luego comprando unos billetes, luego yendo al aeropuerto… para finalmente acabar cogiendo un vuelo.


Para hacer esta exposición es necesario entrenar a la persona en relajación para que consiga mantener un nivel de ansiedad óptimo para que no se dé la evitación y la persona huya.


A mayores, es útil realizar una educación acerca de cómo funcionan los aviones. Tener datos fiables sobre esto puede hacer que la persona se deshaga de ciertas creencias irracionales y falsas que hacen que interpreten de manera catastrófica cada acontecimiento que sucede en el avión.



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