Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
Blog>Miedos y Fobias>Amaxofobia o fobia a conducir
A pesar de lo normalizado que está hoy en día la conducción en nuestra sociedad siguen quedando personas con fobia a la conducción. Al igual que el miedo a montar en avión ( aerofobia ) sigue aún hoy presente afectando a la vida de muchas personas, ya que, según cifras de 2018, afecta a un 28% de los conductores.
Aunque de primeras esta no es una fobia que impida totalmente el desempeño normal de la vida de una persona, sí es cierto que la limita en ciertos aspectos, convirtiéndose en un problema susceptible de ser tratado.
Se trata, por lo tanto, de una fobia específica, es decir, un miedo irracional y desmesurado a objetos o situaciones particulares que no deberían producir en principio tanta ansiedad.
Llegados a este punto, es importante diferenciarlo del miedo que puede sentir un conductor novel, ya que al estar exponiéndose a algo nuevo, la reacción de miedo es absolutamente normal y adaptativa para atravesar el momento del aprendizaje.
La amaxofobia también tiene poco que ver con el miedo que podemos sentir ante una situación peligrosa dentro de la conducción. Ante condiciones climatológicas adversas, una carretera difícil o un fallo del vehículo es lógico sentir incomodidad al ponerse al volante.
La fobia a conducir también es llamada como amaxofobia. Esta palabra proviene del griego donde “amaxa” significa carro y “fobia” significa temor, de tal manera que designa de manera clara el concepto del miedo a conducir un vehículo.
Las causas son múltiples y muy diferentes al igual que en el resto de fobias, pero podemos señalar algunas que pueden mediar un poco más en que esta se instaure de forma permanente en el conductor. Las más frecuentes son:
El haber experimentado una situación así de traumática puede ser motivo más que suficiente para desencadenar este miedo. De hecho, se sabe que ni siquiera es necesario haberlo vivido en primera persona y que alguna gente puede adquiérelo a través de escuchar un relato de este tipo.
Aunque es de saber popular que al salir de la autoescuela y aprobar el examen aún queda mucho camino hasta ser un buen conductor, hay mucha gente que señala que salió excesivamente poco preparada. Es normal que, en estos casos, se generen miedos descontrolados si no nos sentimos dueños de la situación.
La continua exposición a lugares no conocidos puede hacer que disminuya su percepción de competencia, lo que aumente su ansiedad y por ende sus errores, sintiéndose más inseguro en la conducción.
Muchas veces el miedo se traslada no al propio sufrimiento sino al de los pasajeros y con el consiguiente miedo a la culpa. Esto también sucede en el caso de embarazadas que sientan que pueden hacer daño a su bebé no nacido.
Las personas que cursan otros trastornos de ansiedad y fobias están mucho más expuestas a también adquirir miedos irracionales en situaciones específicas como puede ser el caso de la conducción.
La gente que tiende a sobrepensar de manera negativa y catastrofista puede interpretar la situación de conducción como algo mucho más peligroso de lo que es haciendo que la persona no se sienta cómoda y capaz de afrontar la conducción con éxito
Que nuestro entorno critique de manera destructiva nuestra forma de conducir de tal manera que evitemos la situación.
Los síntomas más frecuentes relacionados con este cuadro son el estrés, la ansiedad y el miedo descontrolado. Algunas personas pueden debutar con ataques de pánico al implicarse en la situación que les aterra.
Estos síntomas se transcriben en el cuerpo de una manera muy reconocible para las personas que cursan trastornos de ansiedad, como puede ser a través de: taquicardia, dificultad para respirar, rigidez muscular, temblor de brazos y piernas, mareo, sudoración, pensamientos intrusivos...
Si sufres de amaxofobia, el tratamiento de elección es la Terapia Cognitivo Conductual. A través de esta terapia se reestructuran los pensamientos disfuncionales que generan ansiedad sobre la situación de conducción para cambiarlos por otros más adaptativos y se suprime la evitación.
Para superar las fobias, se pueden tratar con exposición al estímulo, para que la persona sea capaz de ver que la situación que temía no era peligrosa como en un inicio pensaba. Esta exposición puede empezar haciéndose en imaginación.
La exposición siempre se debe llevar a cabo de manera progresiva, es decir, acercándonos al estímulo que más aterra a la persona, poco a poco. Un ejemplo podría ser primero en imaginación, luego yendo de copiloto imitando al conductor, luego cogiendo el coche en una explanada sin peligro… para finalmente acabar cogiendo el coche en una situación de conducción cotidiana.
Para hacer esta exposición, es necesario entrenar a la persona en relajación para que consiga mantener un nivel de ansiedad óptimo para que no se dé la evitación y huya. La evitación lo único que consigue es mostrarle que huyendo siente un alivio, pero no que esos sentimientos son controlables.
A mayores, es útil realizar una educación acerca de cómo funcionan el coche. Tener datos fiables sobre esto puede hacer que la persona se deshaga de ciertas creencias irracionales y falsas que hacen que interpreten de manera catastrófica cada acontecimiento que sucede en la carretera.
En el caso de que la fobia hubiera surgido de un suceso traumático, sería importante abordarlo en terapia para darle una interpretación más saludable que no le genere inseguridades y frene su desempeño vital en este campo.