Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
El término ataque de ansiedad es muy utilizado en nuestra sociedad a día de hoy. Parece casi imposible no conocer a alguna persona con ansiedad en nuestro entorno. Pero, ¿qué es y qué no es un ataque de ansiedad?
Un ataque de ansiedad es una reacción muy intensa de una persona ante una o varias situaciones, que genera un gran malestar y preocupación. Los ataques de ansiedad están formados por varios tipos de síntomas de ansiedad.
Por una parte, aparecen síntomas físicos: palpitaciones en el corazón, presión de pecho, sensación de falta de oxígeno, sudor, temblor, dolores musculares o de cabeza...
Estos síntomas, por otra parte, hacen que la persona tenga algunas preocupaciones o pensamientos: "me estoy ahogando", "me va a dar un infarto", "me voy a morir", "voy a volverme loco", "me voy a desmayar"...
Para aliviar este malestar intenso que provocan los síntomas físicos y la interpretación de algo catastrófico, normalmente tendemos a hacer algunas conductas que creemos que solucionan el problema. Las conductas que realizamos son escapar de la situación o evitar la situación.
Sin embargo, lo que intentamos hacer para solucionar el problema no suele funcionar, ya que es un alivio temporal y, en situaciones similares, volverá la bomba de síntomas de ansiedad y entraremos en un círculo vicioso.
Cada persona vive los ataques de ansiedad en momento particulares. Es bastante común que los ataques aparezcan en momentos de tranquilidad. Es decir, si has estado todo el día atareado o atareada con cosas, es posible que no hayas tenido ningún momento de ataque de ansiedad. Puede que ni siquiera hayas tenido tiempo de acordarte de ello. Sin embargo, cuando llegas a tu casa y ya no tienes que hacer, cuando paras y "te tranquilizas" es más posible que la ansiedad aparezca.
Esto pasa porque en momentos de tranquilidad notamos más las sensaciones físicas. Por ejemplo, si estás corriendo no notarás mucho que tu corazón se ha acelerado, pero si te paras sentirás mucho más fuerte esta sensación.
Por la noche nuestro cuerpo está relajado para poder dormir. Al dormir el cuerpo se desactiva. No obstante, si estás pasando una situación estresante o en tu día a día tienes ansiedad, seguramente tu cerebro no te deje tregua tampoco por la noche. En este sentido, una de las causas más comunes de los ataques de ansiedad nocturnos sean las pesadillas o los terrores nocturnos.
Las pesadillas (y en general los sueños) aparecen en la llamada fase REM del sueño. Las personas tenemos una media de 6 o 7 fases REM por la noche, que se van intercalando con otras fases. Es probable que en una de estas fases REM aparezcan pesadillas. Posteriormente, el terror nocturno aparece cuando te despiertas.
Normalmente la persona se despierta con gran agitación, asustada, hiperventilando, con las palpitaciones del corazón elevadas, asustada, desubicada. Es una situación de ansiedad que puede durar entre 10 y 20 minutos y crea un gran malestar. Sin embargo, tenemos que saber que nuestra vida no corre peligro.
Igualmente, la ansiedad puede expresarse a través de otros problemas del sueño. Por ejemplo, es muy típico que una persona con ansiedad experimente insomnio por la noche. Esto ocurre porque las preocupaciones y las sensaciones físicas no te dejan dormir. La persona con insomnio suele divagar en su pensamiento, sin ser capaz de conciliar el sueño. Si quieres saber más sobre el insomnio te invito a que leas nuestro artículo "¿por qué me cuesta dormir?"
Si tienes ansiedad, también puede ser que concilies el sueño, pero que luego te despiertes constantemente a lo largo de la noche, impidiendo descansar de forma saludable.
El bruxismo también suele aparecer por ansiedad y consiste en apretar la mandíbulo o chirriar los dientes mientras dormimos. Si esto ocurre puede que al levantarte tengas la mandibula cargada o que te duelan las muelas.
Algo menos conocido, pero que también ocurre, es la parálisis del sueño. Este fenómeno ocurre o bien al estar durmiéndote o bien al estar despertándote. Es un paso entre la vigilia el sueño. El cuerpo está dormido, pero la mente está despierta. Al experimentar parálisis del sueño no puedes mover tu cuerpo, pero tienes la sensación de estar despierto. En ocasiones el terror de no poder moverte se incrementa porque aparece "algún ser extraño" que te incordia.
La ansiedad de noche no deja de ser lo mismo que la ansiedad en la vigilia. Tenemos que aprender a manejar los ataques de ansiedad. Para ello a veces es necesaria la terapia psicológica. El psicólogo te explicará qué es un ataque de ansiedad, por qué ocurre y cómo controlarlo.
Para que te hagas una pequeña idea, el ataque de ansiedad no es más que la anticipación de un peligro, sin que este peligro de verdad exista. Cuando detectamos algunos síntomas físicos de ansiedad (palpitaciones, falta de aire, etc.) podemos interpretar que lo que nos ocurre no es ansiedad, sino que nos está pasando algo terrible que nos lleve a la muerte. Si pensamos esto, nos creeremos que estamos en peligro, por lo que nuestra ansiedad aumentará y nos sentiremos peor.
Sin embargo, la ansiedad es una curva, que aumenta y luego tiende a disminuir. No podemos permanecer mucho tiempo en un estado de ansiedad tan alto, por lo que pasados unos minutos la ansiedad disminuirá y comprobaremos que no nos va a pasar nada. Lo más importante que tienes que saber es que por ansiedad no te puedes morir.
Para controlar tu ansiedad no solo tienes que conocer lo que es, es importante también enfrentarte a ella. Habitualmente escapamos de la ansiedad o la evitamos. De esta forma nos aliviamos temporalmente, pero no solucionamos el problema. Para solucionar el problema tenemos que vivir la situación de ansiedad hasta el final, para comprobar que simplemente es ansiedad y que no corremos ningún peligro.
Para la exposición a las situaciones de ansiedad es posible que también se necesite la ayuda profesional de un psicólogo, que te ayude a hacer una exposición progresiva y controlada.
Uno de los grandes problemas detrás de los ataques de ansiedad es el desconocimiento de lo que es la ansiedad y, por supuesto, los pensamientos distorsionados asociados a ella. Si por ejemplo piensas que porque aumenten tus palpitaciones del corazón te va a dar un infarto, estás creyendote un pensamiento poco realista y para el que no tienes pruebas reales.
Realiza actividades de relajación: yoga, mindfulness o técnicas de respiración o estiramientos musculares. Las técnicas de relajación suelen ser una buena estrategia para que la ansiedad disminuya más rápidamente.
Las dificultades en el sueño, como el insomnio o los terrores nocturnos, a veces están asociadas a una mala higiene del sueño. La higiene del sueño es la rutina o el proceso antes de acostarnos. Algunas formas de mejorar la higiene del sueño es tener un horario habitual, tomar bebidas calientes o relajantes antes de dormir, darnos un baño caliente, abandonar mínimo una hora antes los aparatos electrónicos, disminuir el nivel de luz en la habitación...
Si crees que no puedes controlar tus ataques de ansiedad por la noche, acude a un especialista de la psicología. Podrá orientarte sobre el proceso y ayudarte en el cambio.