Patricia San Valero
Psicóloga en Psyfeel
El benching se define como una práctica de manipulación en la que una persona mantiene con otra cierto contacto a través de comunicaciones breves e insustanciales con un único fin: que esta persona no pierda el interés, pero sin tampoco aspirar a tener un vínculo sano y recíproco. Digamos que este tipo de relaciones solo pretenden el benéfico propio, nunca el mutuo.
En este caso la persona no desaparece y vuelva a aparecer, sino que nunca llega a marcharse, haciendo que la persona que sufre este comportamiento tóxico permanezca a su lado con la expectativa de afianzar más ese vínculo. Este fortalecimiento de la relación, por supuesto, nunca llega.
Este refuerzo intermitente hace que víctima se mantenga enganchada y pendiente de la persona a pesar de que esto no sea sano
Este término viene del inglés: benching significa banco, por lo que la expresión hace referencia a que la persona que sufre este patrón está en el banquillo, esperando por si se la necesita, como un suplente y nunca como un titular en la vida de la persona.
Se puede decir que esta práctica se realiza para no perder a la persona en cuestión por si no sale nada mejor, pero tampoco dándole un espacio de calidad en nuestra vida.
Por lo tanto, el contacto se limita a tratar que la persona no se olvide de la existencia del manipulador manteniendo un contacto periódico, pero muy superficial. Esto se puede hacer a través de un elogio o una conversación trivial.
La respuesta en clara: el benching funciona porque se basa en los principios del refuerzo intermitente. Con refuerzo intermitente nos referimos a la dinámica en la cual recibimos refuerzos o premios tras hacer una conducta a veces sí y a veces no.
Esta práctica provoca mucho enganche, ya que el refuerzo es algo nuestra mente lee como positivo y hace lo posible por volverlo a conseguir. Sin embargo, como este premio aparece de forma aleatoria sin ningún patrón o pauta que lo señale, la persona queda muy enganchada.
Este tipo de refuerzo lo podemos ver en los jugadores patológicos de máquinas tragaperras. Estos no pueden parar de jugar a pesar que las consecuencias en su mayor parte sean negativas. Pero este tipo de refuerzo tambien está muy presente en las relaciones, sobre todo en las actuales.
En el caso del benching, vemos que la persona que lo practica mantiene el canal de contacto con la victima a menudo con algún elogio.
Como ya hemos comentado, estas dinámicas han existido siempre, pero las redes sociales han puesto realmente fácil su puesta en marcha, ya que estas fomentan la inmediatez y hacen muy sencillo dejar de contestar a la otra persona. Tras una pantalla es fácil no interactuar cuando no nos apetece y hacerlo de manera rápida con un mensaje cuando sí.
A pesar de que se suele asociar al ámbito de las relaciones de pareja y del ligue, este patrón puede parecer en otros tipos de relación como la amistad, donde se tiene al “amigo” por si no hay otro mejor con el que hacer un plan, pero sin buscar fomentar el vínculo con esa persona.
A pesar de estar hiperconectados, las relaciones actuales están marcadas por un profundo individualismo en el que prima el bienestar propio al bienestar común. De esta manera, los vínculos se tornan muy superficiales y persiguen únicamente el fin de dar salida a nuestro ego.
Este tipo de dinámicas surgen de interpretar las relaciones como formas instrumentales de conseguir aprobación y validación y no como un fin en sí mismas. Por lo tanto, no es nada personal contra la persona que está en el banquillo, sino que esa persona es una forma más de alimentar el narcisismo del que realiza el benching.
Aunque podemos tildarlo de narcisista, también existe la posibilidad de que esta persona sea un dependiente emocional que necesite de la aprobación del resto para sentirse bien. Esto lo convertiría convirtiéndolo en una persona que demanda desde la carencia.
Estos altos niveles de ego están acompañados habitualmente de una empatía baja hacia el resto que le impide ver que sus actitudes hacen daño a su entorno.
A estas alturas del artículo ya te puedes hacer una idea de las múltiples consecuencias que acarrea esta práctica en todos los implicados en ella.
Con respecto a la víctima de esta dinámica podemos ver que la confusión a la que le lleva el refuerzo intermitente que está sufriendo hace que no deje de estar pendiente de la persona que se lo realiza. Este refuerzo engancha mucho y es difícil salir de él, ya que los contactos suelen ser muy positivos y no se interpretan como comportamientos tóxicos.
Además, el hecho de que no deje de estar pendiente de la persona impide que pueda conocer a otras personas y crear vínculos sanos y recíprocos. Depositan muchos recursos en una relación que solo es superficial y que no reporta mayores satisfacciones.
Esto puede provocar mucho malestar a la persona, llegando a afectar a su autoestima al no conseguir de manera continuada la atención de la persona, achacándose la culpa de ello.
En cuanto a la persona que practica el benching no tenemos mejores consecuencias. Practicar este patrón, a pesar de que sea algo que impide que nos sintamos solos o que no se nos refuerce, no es sano. Estas personas crean vínculos que no son realmente satisfactorios y solo actúan como parches para paliar las carencias que hay por debajo.
Si crees que eres víctima o que practicas el benching y quieres salir de ese círculo, puedes acudir a un profesional para que detecte las causas de porque te has implicado en este tipo de dinámica y como cortarla. De esta manera conseguirás establecer relaciones simétricas, sanas y que te aporten mucho bienestar.