Maite Pérez Reyes
Redactora en Psyfeel
Existe una fuerte conexión entre las emociones y la diabetes, aunque en ocasiones pase por alto y no se explique en muchas consultas médicas.
Pero para profundizar en esta relación es necesario comprender en que consiste la enfermedad de la Diabetes y diferenciar sus tipos principales, ya que, aunque se llamen igual, la diabetes tipo 1 y tipo 2 tienen condiciones y orígenes muy distintos.
La diabetes que conocemos como tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que es el propio sistema inmunitario el que destruye las células que producen insulina, mientras que en la diabetes tipo 2 es el páncreas el que no provoca insulina suficiente y /o se crea una resistencia a esa insulina. Aquí tu páncreas sí produce insulina, pero tus células han desarrollado una especie de "sordera" hacia ella. Es como si la insulina tocara a la puerta de las células para dejar entrar la glucosa, pero nadie abre. Con el tiempo, tu páncreas se agota de tanto tocar puertas que no se abren, y eventualmente puede dejar de producir suficiente insulina. Y precisamente la insulina es la que permite que los niveles de azúcar en sangre se mantengan estables, funcionando como una especie de vehículo que transporta la glucosa a las células del cuerpo que necesitan esa energía. La diabetes tipo 2 representa el 90 por ciento de los casos de esta enfermedad y lo preocupante es que cada vez se detecta más en gente joven.
Ahora bien, ¿dónde entran las emociones en todo esto? En ambos tipos de diabetes, tu cuerpo ha perdido la capacidad de regular automáticamente la glucosa. Y resulta que las emociones —el estrés, el miedo, la tristeza— tienen un impacto directo y medible en tus niveles de azúcar.
Las investigaciones demuestran que esta incapacidad para mantener los niveles de azúcar controlados en sangre por medio de la insulina se ve claramente afectada por factores emocionales y a su vez, el padecer esta enfermedad triplica las probabilidades de padecer depresión.
Cuando te estresas, tu cuerpo no distingue entre un tigre persiguiéndote y una fecha límite en un trabajo que debes presentar y la respuesta biológica es idéntica. Tu hipotálamo, que funciona como un capitán de tu cerebro, detecta peligro y suenan todas las alarmas. En cuestión de segundos, tus glándulas suprarrenales están bombeando cortisol y adrenalina intentando liberar toda la glucosa almacenada posible para darte esa energía necesaria para "luchar o huir".
Ante esta amenaza y la liberación de azúcar en sangre, las personas sin diabetes ponen en funcionamiento su páncreas produciendo insulina y regulando el sistema, pero en personas diabéticas, al no existir esta posibilidad, se produce una elevación de los niveles de glucosa en sangre sostenida por horas, incluso aunque haya pasado la situación estresante, produciendo daños generales al organismo. Por otro lado, padecer diabetes, manejar a diario esta enfermedad, el miedo a las complicaciones y las restricciones que impone en la vida social, va creando lo que algunos investigadores denominan “angustia diabética”, que más allá de ser una tristeza por padecer esta condición de salud, se presenta como un cuadro de apatía, miedo al futuro y sensación de pérdida de control.
Desde la neurociencia se sabe que, en personas que no han controlado su diabetes, la conexión cerebral entre la amígdala, con emociones como el miedo y el hipotálamo y la liberación de hormonas del estrés, se vuelven hiperreactivas, haciendo que tanto las fluctuaciones glucémicas y las respuestas emocionales estén amplificadas.
El cortisol es probablemente el mayor saboteador silencioso de tu control diabético, y lo más frustrante es que actúa cuando más vulnerable estás. Es esa hormona que tu cuerpo libera en situaciones de estrés hace tres cosas principales.
Primero, le dice a tu hígado que se ponga a fabricar glucosa de forma desmesurada. Segundo, cierra parcialmente las puertas de tus células musculares a la glucosa, manteniéndola por mas tiempo en sangre. Y tercero , interfiere con tu insulina, haciéndola menos efectiva.
¿Conoces esa sensación de despertarte ya cansado, mirar tu glucómetro y ver 180 mg/dl sin haber cenado nada especial?
Lo que pasa es que el cortisol debería seguir un ritmo muy específico. Tendría que estar bajito, casi inexistente, entre las 11 de la noche y las 3 de la madrugada. Pero cuando vives con estrés crónico ese patrón ya no funciona.
Un estudio del Hospital Mount Sinai de 2023 monitorizó a 500 diabéticos durante seis meses. Los que tenían cortisol nocturno elevado (por estrés laboral, problemas familiares) amanecían con glucemias 35-45 mg/dl más altas de media, ya que su cortisol había estado trabajando horas extra cuando debería estar durmiendo. Asimismo, en un estudio con veteranos de guerra que padecían estrés postraumático se verificó que, los pacientes que tenias desregulados los patrones de cortisol, con niveles elevados de forma persistente, desarrollaban diabetes con tasas muy superiores al resto y que hasta que no se abordó el aspecto psicológico no se pudo hacer un control real de las glucemias.
Además el cortisol activa circuitos cerebrales muy específicos que te hacen desear carbohidratos y grasas. Es tu cerebro primitivo gritando "¡Necesito energía rápida para sobrevivir!". El problema es que la amenaza no es un tigre, es tu declaración de impuestos o un requerimiento extra en el trabajo, y eso no va a generar la respuesta de huida y por lo tanto no va a quemar el azúcar como si “salieras corriendo” de manera literal.
El cortisol alto también fragmenta tu sueño REM. Te despiertas 10 veces sin darte cuenta, tu sueño no es reparador, y al día siguiente tu resistencia a la insulina está por las nubes
Cada Emoción Cuenta una Historia Diferente en Tu Glucómetro. No todas las emociones afectan a tu glucosa de la misma manera y desde algunas investigaciones se han identificado patrones específicos para cada emoción que permiten un mejor manejo de esta enfermedad.
El miedo es la emoción más dramática ya que puede elevar tu glucosa hasta 80 mg/dl , en apenas 15 minutos, llegando incluso a picos de 300 mg/dl en diabéticos tipo 2. Esto ocurre porque tu sistema nervioso simpático en cuestión de segundos desencadena la respuesta de huida o lucha, con la liberación de glucosa de manera explosiva.
La ira y la frustración son más persistentes. Pueden mantener tu glucosa elevada durante 2 a 4 horas. Es por eso que, después de una discusión acalorada, tu glucosa puede permanecer alta toda la tarde, sin importar cuánta agua bebas o cuánto camines.
La tristeza y la depresión trabajan de manera más sutil pero quizás más dañina. No causan picos dramáticos, pero alteran completamente tus ritmos hormonales. Las personas con depresión suelen tener glucosas matutinas más altas y mayor dificultad para que sus niveles bajen después de las comidas.
La ansiedad es particularmente traicionera. La ansiedad aguda puede elevar tu glucosa 20-40 mg/dl, pero la ansiedad crónica es la que más desregula tu cortisol, tu melatonina, incluso tu hormona del crecimiento. El resultado es un patrón de glucosa tan errático que puede volverte loco intentando entenderlo.
Vivir con diabetes no solo afecta tu cuerpo; transforma tu relación con todo. Cada comida se convierte en un cálculo matemático. Cada invitación social viene con la pregunta: "¿Podré manejar mi glucosa ahí?". Cada síntoma extraño dispara la alarma: "¿Será una complicación?". Esta vigilancia constante es agotadora y va creando una "carga cognitiva diabética” que en ocasiones desemboca en un "burnout diabético", provocado por tener que contar carbohidratos, pincharse los dedos, calcular dosis de insulina... y simplemente, el paciente “se rinde” temporalmente. No es debilidad sino agotamiento.
El aislamiento social es otro fantasma que persigue al diabético. "No, gracias, no puedo comer eso". "Disculpa, necesito medirme el azúcar". "Lo siento, no me siento bien para salir". Poco a poco, algunas personas se van retrayendo, y el aislamiento alimenta la depresión, que a su vez empeora el control diabético, alimentando esa conexión bidireccional de la que hablamos desde el principio.
Algo que debemos mencionar y que muchas veces no se tiene en cuenta es que, al inicio de la enfermedad se puede producir lo que llamamos “pérdida ambigua”. El paciente, al darse cuenta de que es necesario llevar de ahora en adelante el control glucémico y que no puede continuar con su vida tal cual la llevaba, puede sumirse en una especie de duelo, en el que aparecen emociones como negación, ira, depresión y esto afecta significativamente a los valores de la glucosa en sangre, complicando la mejoría y la adaptación a la enfermedad.
Si, tal como hemos explicado, los estudios demuestran que las personas diabéticas tienen entre dos y tres veces más riesgo de padecer depresión. Esto esta íntimamente ligado con el aislamiento social, los cambios neurobiológicos que se producen por las hiperglucemias crónicas, el estrés en el manejo de la enfermedad y las limitaciones que tienen un impacto en la vida diaria y en la autonomía.
Si, el estado de estrés prolongado es un factor de riego para padecer diabetes tipo 2. En personas con altos niveles de estrés y por tanto con un cortisol elevado sostenido, la probabilidad de padecer diabetes se incrementa. En estudios longitudinales en lo que se realizó seguimiento durante 20 años, se ha demostrado cómo el estrés laboral crónico aumenta en un 45% el riesgo de diabetes tipo 2. Esto se debe básicamente a la elevación del cortisol, a esa resistencia a la insulina que desata el estrés y por otro lado a cambios conductuales como alimentación más basada en carbohidratos, falta de ejercicio, inflamación sistémica, etc.
La ansiedad influye en los índices glucémicos de manera compleja. Por un lado, la ansiedad aguda puede producir elevaciones de glucosa de 20-40 mg/dl, por la respuesta inmediata. Padecer ansiedad crónica, por otro lado, va desregulando los ciclos circadianos de insulina/cortisol, provocando alteraciones del sueño, glucemias altas en ayunas, etc.
También puede darse un fenómeno asociado a procesos ansiosos que puede predisponer a los pacientes, especialmente los diabéticos tipo 1, a hipoglucémicas reactivas que se dan por la liberación tardía e insulina, tras una situación ansiosa intensa.
Tal como con otras emociones la conexión es bidireccional creándose en muchas ocasiones un circulo vicioso. En este caso, la depresión puede reducir la adherencia al tratamiento, produciendo desmotivación hacia el autocuidado y desregulación de la respuesta ante el estrés.
Durante mucho tiempo la fobia a las agujas se estudió como uno de los factores influyentes en el control diabético y afectaba alrededor del 15 por ciento de los diabéticos. En la actualidad existen mecanismos de medición de glucosa que han supuesto un avance y una solución a esta problemática, como es el sensor de monitorización de glucosa, que se suele colocar en la parte posterior del brazo.
Este tema suele resultar en ocasiones controvertido pues si bien algunos antidepresivos pueden aumentar la glucosa en sangre e incluso el peso, el tratamiento de la depresión vía farmacológica, tiene en la mayoría de las ocasiones, efectos positivos en el desarrollo de la enfermedad, pues ayuda a manejar el control glucémico y la calidad de vida. Es importante acudir a un buen profesional que pueda establecer una evaluación adecuada de riesgo vs beneficio, eligiendo el antidepresivo que mejor se adapte a tu condición.
Si tienes diabetes, controlar y mantener tu emocionalidad estable puede hacer que mejore significativamente tu enfermedad. Y para ello es de vital importancia que trabajes y controles tu ansiedad. Lo ideal es abordarla desde un enfoque multidisciplinar.
Numerosos estudios realizados demuestran que la Terapia Cognitivo-Conductual logra conseguir una reducción del 40% ansiedad con la consecuente reducción de los índices glucémicos.
Existen técnicas orientadas a la reducción de la ansiedad asociada a esta enfermedad como Mindfulness específico para diabetes con programas basado en 8 semanas que consiguen una reducción del 35% ansiedad glucémica. Puedes combinarlo con la Técnica de respiración 4-7-8, que ha demostrado reducir el cortisol aproximadamente un 23% en 10 minutos
Por otro lado, las técnicas meditativas en general, han demostrado ser efectivas por lo que podrías probar alguna de ellas, siempre combinándolas con respiración consciente.
Apóyate con un buen equipo profesional que te acompañe farmacológicamente con un manejo seguro, pautando algún antidepresivo que regule la ansiedad y que no afecte a la glucosa.
Haz actividades que ayuden a “quemar” el cortisol asociado al estrés implementando además y de manera regular, el ejercicio físico.
Para la ansiedad anticipatoria de hiper o hipo glucemias, especialmente al principio, establece una pauta de monitoreo y medición de la glucosa. Puedes medirla varias veces al día e ir anotando en un auto registro la evolución de tus glucemias.
Adscríbete a los programas de educación diabetológica que suelen estar en los centros de salud de zona. Tienen muchos recursos y preparación para ayudarte en todo el proceso.
Habla de tu enfermedad de manera abierta y si tienes la posibilidad dialoga con otros enfermos que pueden servirte de apoyo.