Unai Aso Poza
Redactor
Blog>Otros temas>Características de las personas agresivas
En psicología entendemos por agresión el comportamiento destinado a dañar a otro individuo que no desea ser dañado y por agresividad a un patrón de conducta que puede manifestarse con mayor o menor intensidad, y que va acompañado de sentimientos de ira, rabia y, en ocasiones, odio. Pero ¿qué es exactamente una persona agresiva? Te lo explico a continuación.
Las personas agresivas tienden a utilizar la agresividad de un modo instrumental e intencional. Esto significa que la motivación que hay detrás suele ser herir a otra persona de forma consciente y voluntaria por distintos motivos: por un motivo de poder, autoridad, rencor o venganza, por ejemplo. Este tipo de personas tienen dificultades para controlar sus reacciones emocionales y pueden poner en peligro la vida de los demás.
Los comportamientos agresivos pueden ser físicos, verbales o relacionales. Y, aunque a menudo pensamos en la agresión física, la psicológica es igualmente dañina. Conductas como regañar, intimidar o chantajear pueden ser ejemplos de agresividad verbal y emocional. Por ejemplo, el ciberacoso, aunque no sea una conducta físicamente agresiva, implica niveles de agresión psicológica que pueden provocar daños graves a largo plazo en la víctima.
Los psicólogos suelen categorizar la agresión en dos tipos principales. Ambos son dañinos para quienes los experimentan, ya sea como víctima o como persona que ejerce la agresión, pero tienen diferencias que veremos a continuación
También conocida como agresión afectiva o reactiva, la agresión impulsiva se caracteriza por una fuerte reactividad emocional. La agresión impulsiva, especialmente cuando es causada por la ira, pone en marcha el sistema de respuesta a las amenazas del organismo, que involucra a estructuras cerebrales como la amígdala o el hipotálamo.
Esta forma de agresión no suele planificarse y, a menudo, tiene lugar en el fragor del momento o de una manera más o menos improvisada. Por ejemplo, si estás conduciendo y se te cruza un vehículo a toda velocidad, es posible que comiences a gritar con furia al otro conductor y experimentes una conducta de agresión impulsiva, en este caso verbal.
La agresión instrumental, también conocida como depredadora, está conformada por conductas que tienen como meta lograr un objetivo mayor. Este tipo de agresión suele planificarse con esmero y de forma cuidadosa y, por lo general, se da como respuesta o medio para conseguir un fin determinado (por ejemplo, vengarse de una persona o conseguir algo que se desea, pero no se puede obtener por medios pacíficos).
Algunos de los comportamientos prototípicos en los que se produce la agresión instrumental pueden ser el robo o la violencia con premeditación. En estos casos, la persona diseña previamente un plan de actuación y una serie de pasos que le van a llevar finalmente a cometer la agresión instrumental y, por tanto, a conseguir el objetivo que se ha marcado con antelación.
El comportamiento agresivo no tiene una sola causa y es multifactorial. En este sentido, las investigaciones apuntan a que existen varios factores y determinantes involucrados en su aparición y mantenimiento: el factor biológico, el contexto y la historia de aprendizaje o factor psicológico de la persona.
Existen factores biológicos que pueden influir en el nivel de agresividad de un individuo. Por ejemplo, ciertos desequilibrios en la producción y regulación de hormonas como la testosterona y el cortisol o de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina pueden estar relacionados con un incremento de la agresividad. Estas disfunciones químicas y neurofisiológicas pueden ocurrir por distintos motivos, incluidos los genéticos y hereditarios.
También es posible que determinadas anomalías estructurales a nivel cerebral, así como lesiones, tumores y otros problemas derivados de un mal funcionamiento del cerebro, contribuyan a que las personas muestren más agresividad o, al menos, a que estén más predispuestas a presentar este tipo de comportamientos en determinados contextos.
Cuando hablamos de factores ambientales y contextuales nos referimos a la forma en que nos crían desde pequeños y al entorno en el que crecemos: lo que vemos, oímos y percibimos a lo largo de la vida configura nuestra personalidad.
En este sentido, es más probable que las personas que crecen presenciando agresiones crean que la violencia y la hostilidad son conductas socialmente aceptables. Experimentar un suceso traumático durante la infancia también puede conducir a un comportamiento agresivo en la edad adulta, aunque no siempre está relacionado.
El aprendizaje por observación, sobre todo en niños y adolescentes, puede llevar a “copiar” comportamientos de otros pares o adultos. La visualización de conductas agresivas en redes sociales y otros entornos puede favorecer la aparición de este tipo de comportamientos.
Las personas con tendencia a la agresividad pueden tener un trastorno mental de base, aunque no siempre es una condición necesaria. Hay diversos perfiles de personalidad, como un alto nivel de narcisismo, o patologías como el trastorno límite de la personalidad o los trastornos relacionados con conductas adictivas que pueden ser factores que predispongan a un mayor nivel de agresividad.