Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
La pereza es un estado de desgana que habitualmente nos pone límites para alcanzar nuestras metas y objetivos. Por una parte, quieres conseguir todo aquello con lo que te sentirías mejor, por otra parte no te apetece o no eres capaz de ponerte a hacerlo.
Si estás dudando si lo que te ocurre es pereza u otra cosa, lo que deberías plantearte es qué es lo que te hace no hacer las cosas, es decir, cuáles son las causas. Como veremos después las causas pueden ser muchas, aunque el resultado sea el mismo: la desgana y la pereza.
Pero, ¿por qué sentimos pereza?, ¿Qué es lo que nos hace no luchar por aquello que queremos conseguir?
Es importante preguntarse cuáles son las barreras que nos impiden cumplir estas metas. En este sentido, la pereza puede ir unida a diferentes causas que conviene conocer.
Habitualmente se culpa a la persona perezosa de ser alguien que "no quiere hacer nada". No obstante, la pereza puede ir más allá de la falta de interés para hacer las cosas.
La motivación es un ingrediente muy importante a la hora de hacer una tarea. Conseguir algo pasa siempre por querer lograrlo; si no tienes motivación para ello muy probablemente acabes abandonando la tarea.
Si la meta no te motiva es muy probable que sientas pereza. La desmotivación puede aparecer por muchas razones, habitualmente porque el proceso no cumple nuestras expectativas, porque la cantidad de estrés es elevada o porque la meta está muy lejana en el tiempo.
Para saber si es la desmotivación lo que te lleva a la pereza puedes hacerte algunas preguntas: ¿Estabas motivado en un inicio?, ¿te esperabas otra cosa antes de comenzar la tarea?, ¿te desilusiona que la meta tarde en llegar, aunque sí que quieras conseguirlo?
Pero efectivamente la pereza también puede estar unida a la falta de interés. Hay personas que no quieren hacer nada y por eso son perezosa.
En este sentido, también conviene analizar por qué esa persona no quiere hacer nada. Seguramente detrás de todo haya algo más que solo falta de interés.
Puedes experimentar pereza por falta de interés si, por ejemplo, tú no has elegido tus metas, te gustaría tener otros objetivos pero algo te lo impide.
Otro aspecto a tener en cuenta es si la pereza se debe a un estado físico de cansancio. Si es así es normal que puedas sentir desgana y pereza. Cuando nuestro cuerpo y nuestra mente están descansados los días son más productivos e incluso nos sentimos más felices.
Puedes sentir pereza por cansancio si, por ejemplo, tienes problemas habituales de sueño. También si el objetivo es duro de conseguir y, con el paso del tiempo, te has ido cansando.
La baja autoestima también influye en cómo realicemos las tareas. La pereza unida a la baja autoestima en realidad tiene que ver con la evitación. Una persona con baja autoestima normalmente puede pensar que no puede conseguir determinadas cosas o que es inferior al resto y, por tanto, evita realizar estas cosas. Al evitarlo no comprueba si esto es real o no, pero el miedo a descubrir que puede ser cierto le echa para atrás y deja de realizar la tarea. También le suele influir el qué puedan pensar los demás, el sentirse juzgado.
Aunque el mejor apoyo siempre será el de uno mismo, es cierto que en ocasiones necesitamos que otros nos digan que hacemos las cosas bien. El tener detrás un apoyo emocional suele ser útil para conseguir nuestros objetivos.
Por ejemplo, no es lo mismo estudiar la carrera de medicina teniendo unos padres comprensivos, que nos den apoyo, se sientan orgullosos y crean que podemos conseguirlo, que estudiar la misma carrera con unos padres despegados y que habitualmente nos meten presión para que "empecemos a trabajar cuanto antes".
La pereza también puede venir dada por las características de la tarea. En este sentido, si nos encontramos ante una tarea con bajo nivel de exigencia, puede darnos pereza ponernos a desarrollarlo.
Por ejemplo, si estás en una carrera que te gusta pero donde las exigencias son mínimas, puedes sentirte fuera de lugar o que "te tratan como un niño pequeño o como alguien que no tiene capacidades" y, por tanto, puede que acabes desmotivado y con pereza para hacer las tareas, por muy sencillas que sean.
También puede darse el caso contrario. Si la tarea es muy exigente y sabemos que requerirá mucho de nosotros el poder llegar a la meta, puede que sintamos pereza al darnos cuenta de todo lo que vamos a tener que sacrificar para conseguir el objetivo.
El miedo a fracaso, que puede estar unido a la baja autoestima, también puede influir en la pereza. Si tienes miedo a no conseguir terminar la tarea o a que esta salga mal, es posible que evites realizarla. El fracaso siempre da miedo.
Así mismo, cuando estamos en un estado depresivo, cualquier pequeña tarea puede convertirse en un mundo. Imagina que una de las personas a quien acusas de pereza por falta de interés en realidad lo que tiene es una depresión, que le impide hacer las cosas porque en realidad no encuentra sentido a nada.
Si tienes pereza por trabajar posiblemente también ocurra que estés quemado en tu trabajo. El burnout o síndrome del trabajador quemado también puede ser la razón por la que no quieras hacer nada.
Evidentemente, la pereza tiene muchas consecuencias negativas. La más obvia es que si eres perezoso no conseguirás tus metas. Puede que la tarea sea demasiado exigente, que la mete esté lejos, que no tengamos apoyo o que en ocasiones la desmotivación se desvanezca, pero seguramente llegar al final merezca la pena.
Igualmente, la pereza trae otro tipo de consecuencias: abandono de actividades o aislamiento social, disminución de la autoestima, ansiedad y/o depresión, conflictos familiares, escasa realización personal...y un sinfín de cosas.
En realidad, ¿dejarte llevar por la pereza merece la pena?
Si a la pregunta anterior has respondido "no", es posible que en este momento quieras abandonar la pereza y alcanzar tus metas. Sin embargo, si estás sumido en alguna de estas casusas, puede que no resulte tan sencillo salir de este estado. Te damos algunos consejos para dejar la pereza atrás.
A veces nos motivamos y queremos alcanzar cosas imposibles o casi imposibles. En este sentido, es normal que acabes sintiendo pereza y abandono si la meta no es adecuada. Analiza si tu meta es realsita, si es algo que tú, particularmente, puedes conseguir.
Las cosas no tienen porqué ser perfectas. Querer alcanzar la perfección es un desencadenante muy fuerte de la frustracción y la pereza. No es necesario hacer las cosas a la perfección, esto es algo que muy difícilmente podrás alcanzar
Al final de la meta dará igual que tus notas, por ejemplo, hayan sido más altas o más bajas, el resultado final es lo que importa. Si has hecho una carrera, hayas sacado un 5 o un 10, al final conseguirás un título universitario y podrás trabajar de ello.
Muchas veces nos ponemos metas y no tenemos en cuenta este punto. No todas las personas somos buenas en las mismas cosas. Esto es una realidad que hay que aceptar y no ver de forma negativa. Puede que no se te den tan bien los números, pero seguramente seas muy bueno en letras y es aquí donde tienes que darte partido.
Realiza una lista de tus fortalezas y debilidades, un análisis DAFO te ayudará a darte cuenta si estás en el camino correcto.
Después de saber que la meta se puede conseguir, es hora de establecer un plan. ¿Qué pasos tienes que dar para conseguir el objetivo? Detalla y desgrana los pasos en pequeñas tareas y establece tu plan de acción de forma realista en el tiempo.
Date cuenta de tus prioridades. Si quieres conseguir algo, a veces tienes que dejar un poco más de lado otras cosas menos importantes en tu vida en este momento.
Muchas veces nos dejamos llevar por la negatividad, aquellos pensamientos catastroficos y a menudo distorsionados. Date cuenta si te estás poniendo excusas con estos pensamientos o si son reales.
¿Estás viendo solo los aspectos negativos?, ¿le quitas importancia a lo positivo?, ¿estás intentando adivinar el futuro o el pensamiento de la gente?. ¿te estás etiquetando como un inútil sin pruebas razonables?
Cada pequeño logro te acerca más al objetivo. No dejes de lado las pequeñas cosas que consigas. Quitarle mérito a lo que has conseguido es una forma de distorsionar el pensamiento. A medida que consigues logros te acercas más a tu objetivo.
Todo logro debe ser recompensado. Este es un buen ingrediente para la motivación. Si has hecho algo bien, reconócelo y recompénsate a ti mismo. No es necesario que otros lo hagan por ti.
A veces salir de la pereza no es sencillo. Si crees que no tienes las herramientas necesarias para salir del estado en el que te encuentras, pide ayuda profesional.