Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
La empatía es una capacidad humana que nos permite entender las emociones y los sentimientos del otro. Es decir, consiste en ponerse en los zapatos de la otra persona y hacernos una idea de cómo se siente esa persona ante alguna situación o acontecimiento.
Esto no implica de forma necesaria que tengamos que pensar, reaccionar o sentir igual que esta persona, solo implica que comprendemos que esa persona se sienta de ese modo.
Por ejemplo, si una persona está llorando porque ha perdido a un familiar, nosotros no necesariamente estaremos experimentando el mismo dolor que esa persona, pero sí podemos intentar entender cómo se siente, para luego poder apoyar a esta persona en su dolor.
La empatía es uno de los ingredientes de la inteligencia emocional; es decir, la capacidad para entender las emociones propias y de los otros.
No todas las personas tenemos empatía en la misma medida. La empatía supone una escala, que va del 0 al 6. En el 0 situaríamos a personas con nada de empatía, es decir, psicópatas. En el número 6 se ubicaría quien tiene excesiva empatía. Imagínate que vas al psicólogo, le cuentas algo que te hace sufrir y el psicólogo también se pone a llorar. Este psicólogo tendría demasiada empatía, tanto que vive tu dolor como si fuera suyo.
Ni la carencia ni el exceso son sanos, lo mejor es tener un punto intermedio de empatía. Una persona sin empatía puede llegar a asesinar a otra persona; alguien con mucha empatía sufrirá mucho si otra persona lo está pasando mal.
¿Cómo podemos saber si tenemos empatía? Te contamos algunos componentes esenciales para ponerte en el lugar del otro.
No es lo mismo oír que escuchar. Escuchar requiere prestar atención y mostrar comprensión a la persona que nos está contando algo. Es una característica esencial para vivir en sociedad y comunicarnos con el resto.
El lenguaje no solo son las palabras. En la comunicación con los otros tenemos que prestar atención también a la conducta no verbal, a aquellos gestos que nos indican cómo el otro se siente. Dentro de este lenguaje están las miradas, los movimientos del cuerpo o de la cara, el tono de voz o la forma de expresarse, entre otras.
En nuestra mente tenemos que ver con globalidad todo lo que nos muestra la otra persona y llegar a entenderlo. Saber si se siente triste, enfadado, frustrado o decepcionado. Todas las emociones y los sentimientos son diferentes e implican diferentes cosas. Tenemos que saber diferenciar el significado de cada sentimiento.
En todo este proceso, también tiene que existir el respeto por el otro. En este sentido, podemos comprender cómo otro se siente con sus decisiones, a pesar de que nosotros no hubiéramos hecho lo mismo o no opinamos igual.
Es necesario un poco de sensibilidad para entender a otros. La sensibilidad significa la capacidad para detectar las emociones propias y de los otros. Si somos demasiado fríos y distantes seguramente no podremos comprender y apoyar al otro. No obstante, el exceso de sensibilidad nos lleva al exceso de empatía y a sufrir nosotros por los problemas del otro.
Y el objetivo final es que la persona se sienta apoyada por nosotros. Para esto a veces solo es necesario con escuchar. Apoyar no significa tener que decir algo, simplemente supone hacer sentir al otro que le entendemos, que estamos con él y que puede contar con nosotros.
La forma de comunicarnos también ayuda a que el otro se siente comprendido o incomprendido. Lo ideal es tener un estilo comunicativo claro, directo y que preste atención a las emociones propias y del otro, sin juzgar o hacer sentir mal. De lo contrario, no conviene usar un lenguaje pasivo agresivo.
La empatía es una habilidad social, que tiene múltiples beneficios en nosotros mismos y en las relaciones interpersonales.
Entendiendo al otro e intentando ayudarle puedes ayudarte a ti mismo a sentirte mejor. Puede formar parte de tu crecimiento personal poder comprender a otras personas y crear un vínculo con ellas.
Sentirnos bien con los demás también ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos y, con ello, a mejorar nuestra autoestima, el cómo nos vemos a nosotros mismos.
Igualmente, favorece el contacto con los otros. Ayuda a mejorar tu red social y a fortalecerla. Si una persona se siente comprendida por ti, subirás unos peldaños de confianza y crearás una relación más fuerte y duradera en el tiempo. Somos seres sociales, por lo que los vínculos nos hacen sentir bien.
Aprender a empatizar también supone aprender habilidades sociales: la escucha activa, la comprensión del lenguaje no verbal, la inteligencia emocional…Lo cual te ayudará a tener una vida más plena en sociedad.
En la empatía también podemos saber cómo otras personas van a reaccionar ante algunas situaciones. Esto nos lleva a anticiparnos para ayudar al otro o protegernos en el caso de que veamos que el otro se siente enfadado con nosotros.
Desde hace tiempo ha habido un conflicto, entre aquellos que piensan que la empatía se aprende y los que piensan que es una cualidad que se tiene o no se tiene, sin posibilidad de cambiar.
Aunque algunos investigadores siguen creyendo que es una habilidad biológica y que no se puede cambiar, lo cierto es que podemos hacer algunas cosas para favorecerla.
Hay estudios que demuestran que los psicópatas tienen diferencias cerebrales respecto a las personas con empatía. Estas diferencias tienen que ver con la falta de un componente cerebral llamado sustancia gris en algunas zonas del cerebro, también en algunas conexiones entre las zonas emocionales (sistema límbico).
Si bien es cierto que la biología y la genética siempre influye, también se sabe que el entorno es determinante para que desarrollemos nuestra personalidad, o nuestros problemas psicológicos. En este sentido, la empatía también es una cualidad que se puede aprender y mejorar.
Algunas personas tienen más fácil el aprender a empatizar, otras personas, por su entorno o sus aprendizajes, pueden tenerlo más complicado. Te damos algunas pautas para favorecer la empatía y la comprensión por el otro.
Muchas veces no empatizamos porque no escuchamos al otro. Podemos haber aprendido a no escuchar, puede que estemos dispersos o que nuestra atención vaya de un lado para otro. Es importante darnos cuenta de esto y empezar a prestar atención. Al principio cuesta, pero con la práctica conseguirás escuchar y entender más a los demás.
No podemos ser egocéntricos y siempre hablar de nosotros mismos. Habrás conocido a aquella persona a la que le cuentas un problema y responde con cosas como “a mi primo le pasó algo parecido”, “ah pues yo el otro día también me sentí mal”, “esto me pasó a mí el año pasado”.
Si la otra persona confía en ti para contarte algo, escucha y comprende la situación. Comparar con otras personas o contigo mismo nunca ayudará al otro, le harás sentir peor y dejará de confiar en ti. Esto no es empatizar.
La empatía no implica que tengas que pensar igual que el otro. No obstante, desvalorizar lo que el otro piensa o siente no es una buena idea. No tienes que darle la razón, simplemente mostrar comprensión por sus sentimientos.
Las emociones a veces son dolorosas, por lo que podemos caer en el error de obviarlas y no prestarles atención. Aprende a saber qué es lo que sientes en cada momento y muestra también comprensión por ti mismo, esto te ayudará a después también entender al otro y a favorecer tu inteligencia emocional.
A veces damos por hecho que el otro quiere nuestra ayuda y que lo que nosotros hagamos es lo que mejor se puede hacer. No obstante, puede que esa persona no necesite el mismo tipo de ayuda que a ti te gustaría tener. Hablar y comunicarnos nos ayuda a favorecer esa compresión.