¿Qué es la eritrofobia?


La eritrofobia o también llamada rubefacción patológica es el miedo fóbico a sonrojarse o ruborizarse o mostrarse ruborizado en situaciones sociales.


El rubor es una condición normal en la ansiedad. Sin embargo, también puede convertirse en el problema mismo. De forma que, muchas personas que tienen ansiedad en situaciones sociales también desarrollan un miedo a sonrojarse. El miedo provoca mayor ansiedad, lo que hace que la piel se sonroje más aún. Por tanto, esta situación se convierte en un círculo vicioso difícil de controlar.


Todos nos sonrojamos, pero lo que diferencia el rubor normal de la eritrofobia es que la persona con este miedo interpreta el rubor como algo negativo, lo que le provoca vergüenza si se expone ante los demás y, por tanto, mayor ansiedad y malestar.


Síntomas de la fobia a ruborizarse


En la eritrofobia podemos identificar cuatro tipos de síntomas: cognitivos, conductuales, emocionales y fisiológicos.


Por una parte, aparecen síntomas de pensamiento. Es decir, la persona con fobia a ruborizarse cuando está en una situación social piensa que se va a sonrojar, esté rubor lo van a detectar las personas que estén a su alrededor y que el sonrojarse es algo negativo. Podrá pensar que otros verán que tiene miedo o vergüenza, o que esté haciendo el ridículo.


Estos pensamientos, acaban provocando síntomas a nivel emocional, es decir, vergüenza y más ansiedad de la que tenía la persona. Todo ello a su vez provoca que aparezca más rubor, como un síntomas más fisiológico, a la vez que pueden aparecer otros síntomas de ansiedad (nerviosismo, taquicardias en el corazón, sudor...)


Para obtener alivio de estas situaciones o evitarse el mal trago, la persona con eritrofobia suele hacer dos tipos de conductas: escapar de las situaciones sociales o evitarlas directamente. Todo ello hace que el miedo se incremente más aún.


Causas del miedo a sonrojarse


El rubor facial aparece por la ansiedad. Sin embargo, es un síntoma común y la ansiedad algo normal en el ser humano. El miedo a sonrojarse aparece cuando existe una interpretación errónea de este síntoma, como algo negativo y terrible.


Cuando la persona, que tiene miedo a sonrojarse, está en una situación social, aparecen sus pensamientos de temor a sonrojarse y, paradójicamente, se sonroja cada vez más.


Es cierto que hay personas que padecen rojez en la cara o más predisposición a sonrojarse en situaciones ansiosas. Sin embargo, es algo biológico y que no debería generar problema a no ser que la persona lo interprete como algo negativo.


El ver esta situación como tan terrible hace que la persona cada vez se fije más en el rubor en las situaciones sociales que en lo que de verdad está ocurriendo en la situación. Esto hace que la persona se vuelva una experta a la hora de identificar su rubor facial y el de otros, dándole así mucha más importancia de la que en realidad tiene.


La eritrofobia además se asocia sobre todo a otro tipo de trastornos relacionados con la ansiedad, como la fobia social o la personalidad evitativa.


Consecuencias de la eritrofobia


La consecuencia más destacable de la fobia a sonrojarse es la evitación. La evitación puede aparecer de diferentes formas: no acudiendo a situaciones sociales, maquillándose el rostro, evitando hablar en público, tapar la cara con el pelo o con gafas de sol, etc.


La evitación a su vez lleva al abandono de actividades que para la persona podrían ser gratificantes o a alcanzar sus metas. Todo ello puede también derivar en aislamiento social.


Paralelamente pueden aparecer otros problemas a nivel psicológico, como la ansiedad, la fobia social o la depresión.


Cómo solucionar la fobia a sonrojarse


Identificar las causas del miedo a sonrojarte


El primer paso es saber qué es lo que ocurre. A veces el rubor puede ser algo más biológico y orgánico, en la mayoría de casos seguramente se asociará a un miedo. Identifica el miedo y a qué tienes miedo. ¿Qué temes que pase si te sonrojas?


Normaliza el rubor


Sonrojarse es algo natural del ser humano y no tiene por qué ser algo negativo. Cuando sentimos vergüenza nuestro sistema nervioso simpático se activa y se libera adrenalina. Esto acelera el ritmo cardíaco y la respiración, lo que nos ayudaría a salir corriendo o huir en caso de peligro. También existe una dilatación de los vasos sanguíneos para mejorar el flujo de la sangre y tener un mayor suministro de oxígeno. Al expandirse los capilares del rostro se produce una alteración del color de la piel, sobre todo si esta es blanca. Esto explicaría el rubor desde la biología, considerando que es un mecanismo de adaptación al entorno.


Elimina pensamientos distorsionados


Pensar “sonrojarse es malo”, “la gente no se ruboriza y yo sí”, “si me sonrojo pensarán que estoy nervioso y se reirán de mí” u otras cosas hace que nuestro malestar se incremente y que nos adaptemos peor a la situación que estamos viviendo. En realidad son pensamientos distorsionados, formas muy ineficaces de pensar. Eliminar estos pensamientos permite normalizar el rubor, el ponerse nervioso al estar en público o el ser una persona introvertida, entre otras cosas.


Para ello debemos analizar si tenemos pruebas objetivas que demuestren estas ideas, no sería muy razonable creerse algo que no se puede demostrar. También se pueden valorar otras cosas, como identificar de qué nos sirve pensar así o qué es lo peor que pasaría si nuestras predicciones se cumplen.


Entrénate en técnicas de relajación


El estado de ansiedad nos lleva al rubor, como un mecanismo de defensa. Sin embargo, en realidad no estamos ante situaciones que supongan un peligro. Aprender a relajarse en estas situaciones puede ayudar a reducir el rubor y el malestar. Para ello a veces son útiles técnicas relacionadas con la respiración o la visualización de imágenes. Si quieres saber más sobre esto puedes leer nuestro artículo sobre relajación parareducir la ansiedad.


Sonrójate a propósito


A veces la mejor forma de superar un miedo es exponiéndonos a él. En este sentido, si nos ponemos rojos y comprobamos que no pasa nada, nos dejará de dar miedo. Por otra parte, si conscientemente intentamos ponernos ruborizados, seguramente consigamos el efecto contrario. Y es que pensar en esto te distraería de la preocupación que precisamente hace que aparezca el rubor: pensar que te vas a sonrojar y va a ser terrible.


Acude a terapia, si lo necesita


Si crees que tu fobia a sonrojarte te está trayendo consecuencias muy negativas y que es algo que no puedes controlar, no dudes en acudir a un especialista de la psicología.


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