Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
La inestabilidad emocional es un estado mental en el que la persona cambia constantemente de una emoción a otra contraria, aunque no haya razones aparentes que lo justifiquen. Sin embargo, para quien tiene inestabilidad emocional, su cambio está justificado por los acontecimientos.
Las personas inestables incrementan su malestar al no sentirse comprendidas por los otros. Y es que para ellos la causa es más que suficiente para estar triste, eufórico o enfadado. Sin embargo, habitualmente criticarán sus cambios de humor, lo que les llevará a sentimientos de inferioridad o baja autoestima.
Una persona inestable emocionalmente puede sentirse muy enfadada en una situación, por ejemplo ante un comentario de otro que haya interpretado de forma negativa y, después, pasados unos minutos, sentirse muy alegre por otro acontecimiento que los demás pueden interpretar como que “no es para tanto”. Es como que la persona a cada momento se olvida de lo anterior y cambia de forma brusca al polo opuesto.
Hay que tener en cuenta que no es lo mismo las emociones que los estados de ánimo. Es común que las personas confundan estos términos. El estado de ánimo es algo más a largo plazo, puede ampliarse durante semanas o meses, es un estado más general que no tiene por qué desencadenarse por nada en concreto. Sin embargo, las emociones son transitorias, ocurren desencadenadas por un acontecimiento y duran poco tiempo, son como un acto reflejo ante un suceso.
Las emociones básicas son seis: alegría, miedo, sorpresa, asco, enfado y tristeza. Después de tener ese acto reflejo que supone la emoción, empezamos a interpretar cómo nos hemos sentido con esa emoción y por qué motivo ha sido así. Entonces aparecen los sentimientos. Puedes leer nuestro artículo sobre diferencias entre sentimiento y emoción para saber más de esto.
El estado de ánimo no son ni las emociones ni los sentimientos, sino la consecuencia de ambos. Es un estado más general y duradero en el tiempo.
Si el estado emocional sufre cambios muy bruscos a lo largo del tiempo, es posible que pudiéramos estar ante un trastorno bipolar.
Sin embargo, la inestabilidad emocional es una característica que puede estar asociada a muchas causas y no necesariamente significa que exista un trastorno bipolar o del estado de ánimo.
Saber si tienes un desequilibrio emocional es difícil de identificar, se puede confundir con muchas cosas. Habitualmente igualamos las emociones al estado de ánimo por lo que se hace aún más complicado. Algunos síntomas del desequilibrio emocionalson los siguientes.
En ocasiones y ante situaciones no tan extremas, vives momentos de euforia y alegría extrema. Son estados que para ti pueden ser justificados, pero habitualmente las personas te dicen que lo que ha pasado no es para ponerse así.
Si te has sentido incomprendido en estas situaciones, porque el resto haya invalidado tu reacción, es posible que sea un signo de inestabilidad emocional.
De forma totalmente contraria ocurre lo mismo, también puedes ser excesivamente dramático o ponerte muy triste ante situaciones que no son tan terribles. Igualmente, puede que tampoco te des cuenta de la intensidad de tus emociones, pero es probable que otros te hagan ver que estás exagerando.
Si no eres capaz de esperar o te sientes excesivamente indignado por cosas que se escapan de tu control, puedes mostrar estados también exagerados para el resto.
El enfado y la irritabilidad también pueden hacernos sospechar de cierta inestabilidad emocional, sobre todo si es algo común en la persona. Si ante cualquier cosa te enfadas, aunque sea algo de poca importancia, es posible que estés irritable e inestable emocionalmente.
Hacer y dejar de hacer las cosas como un patrón habitual, no poder terminar algo y dejar las cosas a medias, en ocasiones también puede ser un síntoma de inestabilidad emocional. Lo importa es ver por qué somos inconstantes, ¿pierdes rápido el interés por las cosas?
Que los problemas, aunque sean pequeños, nos machaquen de continuo, es una señal de inestabilidad. Esto nos hace ser muy intensos en situaciones que igual no lo requieren.
La baja autoestima nos hace ser inseguros y que, por tanto, aparece un mayor desequilibrio emocional. Nos volvemos muchas veces dramáticos o preocupados por cosas del día a día. Esto puede hacer que seamos cada vez más inestables emocionalmente.
Echarte la culpa, incluso por cosas sobre las que no tienes el control, es otro síntoma más de posible inestabilidad.
Los orígenes del desequilibrio pueden ser muchos. Las más habituales tienen que ver con una posible depresión o situaciones o momentos de estrés y ansiedad, en los que nos encontramos más sensibles y más irritables. Igualmente, si hemos sufrido una situación altamente estresante podemos experimentar estrés postraumático, lo cual hace muy probable la inestabilidad emocional.
Otras causas pueden ser de tipo biológico y genético. En este sentido, los cambios hormonales, sobre todo en mujeres, influyen mucho en esta estabilidad o inestabilidad emocional. Por ellos los momentos de síndrome premenstrual o embarazo son circunstancias detonantes de este desequilibrio.
También, las experiencias vividas en nuestra infancia y la personalidad que desarrollemos son importantes. La sobreprotección de nuestros padres, los problemas durante la adolescencia, una personalidad dependiente o un trastorno límite de la personalidad están muy unidos a la oscilación emocional. Igualmente, el trastorno por déficit de atención (TDAH) también tiene esto como una característica común.
Por otra parte, el estilo de vida puede ser determinante. Los problemas en el sueño, la mala alimentación, es decir, el poco cuidado de la salud física, hacen que aparezca irritabilidad e inestabilidad emocional.
Es importante que empieces a pensar sobre las emociones que sientes en el día a día. Identifícalas y búscales una explicación. ¿Cómo te sientes y qué circunstancia ha hecho que te sientas así?
Suele ser bastante útil llevar un diario, donde puedas expresar cómo te has sentido cada día e intentar dar una explicación objetiva.
Muchas veces nos sentimos mal porque hemos interpretado de forma errónea las situaciones. Podemos habernos enfadado con otra persona porque hemos interpretado que su intención era hacernos daño o que han pasado de nosotros. Sin embargo, intentar adivinar el pensamiento de la gente, por ejemplo, es una distorsión cognitiva que conviene eliminar. Otras distorsiones tienen que ver con adivinar el futuro, magnificar nuestros errores, pensar en términos todo o nada o verlo todo en negativo y descalificar lo positivo, entre otras.
Que no queramos ser inestables emocionalmente, no quiere decir que tengamos que evitar expresar emociones. Inhibirnos en este aspecto no favorece la estabilidad, sino todo lo contrario. Cuanto más te inhibes, más te sobrecargas y más fácilmente puedes acabar explotando.
Mejorar en salud física siempre será también mejorar en salud mental. Cambia tu alimentación o tu actividad física, realiza una buena higiene del sueño que te permita descansar en profundidad, etc.
Si tu inestabilidad está provocada por el estrés y ansiedad es importante que le pongas remedio. Algunas técnicas de relajación pueden serte útiles.
A veces no sabemos identificar lo que nos ocurre y, por tanto, tampoco podemos buscarle una solución. Si crees que por ti mismo no puedes salir de tu malestar, pide ayuda a un psicólogo o a gente de tu entorno.