Patricia San Valero
Psicóloga en Psyfeel
La infidelidad surge cuando una persona no cumple el contrato de exclusividad afectiva y sexual previamente establecido en los términos de la relación, implicando a una persona ajena a ese compromiso. Pero, exactamente, ¿qué es y qué no es una infidelidad?
La palabra infidelidad viene del latín fidelitas que significa fidelidad y lealtad al que se le une el prefijo in que hace referencia a la negación, dando como resultado una palabra que da nombre al incumplimiento de la fidelidad.
Sin embargo, varía lo que para cada uno supone una infidelidad o no. Tenemos que tener en cuenta que la infidelidad se da si se rompe un contrato preestablecido y ese contrato es diferente para cada pareja. Es por eso que cada relación debe tener muy claros los términos de su vínculo.
A pesar de que la monogamia sea la tendencia predominante desde tiempos inmemoriales, la existencia de las infidelidades ha sido una constante que no podemos negar. Y de hecho, no hay una causa única que lleve a una persona a ser infiel, ya que puede ser una mezcla entre el estilo de personalidad y valores de la persona y las características ambientales.
Sin embargo, en este caso vamos a hablar de aquellos individuos en los que el engaño es más un patrón de comportamiento que una excepción o un desliz.
Este tipo de persona tiende a tomar las decisiones más arriesgadas, ya que son las que les provocan emociones más fuertes y satisfactorias. Entre sus decisiones arriesgadas están las infidelidades que, a pesar de ser algo habitual en la sociedad actual, también están muy penalizadas.
La posición de poder en una de las partes de la relación hace que se dé una asimetría en la pareja en la que la persona se sienta libre de ser infiel. El poder aumenta la autoestima y seguridad de la persona, haciéndola más abierta a conectar con otra gente.
Si esto se une al hecho de que la autoestima del infiel va en detrimento de la autoestima de la persona a la que engaña, el infiel puede sentirse cómodo al tener una aventura, ya que piensa que su pareja se lo va a perdonar o que si la pierde puede encontrar a otra.
La responsabilidad afectiva es un concepto que se refiere a la forma de actuar que contempla como se puede sentir el resto con lo que hacemos o decimos y de lo cual nos hacemos cargo. Es en resumidas cuentas una forma ética y moral de relacionarnos con otras personas.
En el caso del infiel, esta responsabilidad no está presente. Al no tener empatía por la experiencia emocional del otro, no se siente responsable y culpable de sus actos actuando de forma irrespetuosa.
Unos altos niveles de libido pueden hacer que una persona busque encuentros meramente sexuales para satisfacer sus necesidades. Esto suele ocurrir cuando el nivel de deseo de la pareja no va en consonancia por lo que, uno queda insatisfecho.
Esto por supuesto no provoca que la culpa recaiga en la persona víctima de la infidelidad por no querer tener más relaciones sexuales, algo que se ha destilado mucho en la sociedad patriarcal e hipersexualizada en la que aun hoy vivimos.
Además de la falta de responsabilidad afectiva que hace que el infiel no se haga cargo de que sus actos pueden dañar al resto, está el hecho de que algunas personas interpretan las relaciones como un juego.
Estas personas usan el engaño, el control, el chantaje y la manipulación para obtener únicamente su propio beneficio. Esta forma de ver las relaciones provoca que se lleven a cabo dinámicas muy tóxicas y agresivas.
Según Bowlby, las personas que en su infancia no han creado un apego seguro con sus cuidadores tienen más papeletas para no establecer vínculos sanos, sobre todo con sus próximas figuras de referencia. Las figuras de referencia en la edad adulta suelen ser las parejas sentimentales.
Entre los apegos inseguros encontramos el ansioso, el evitativo y el desorganizado. En el caso del ansioso encontraríamos una persona que engaña para poder sentir el refuerzo y validación externa ya que tiene una autoestima débil.
En el caso del evitativo encontramos a una persona que siente miedo a los vínculos cercanos creando relaciones más superficiales, de esta manera no vera la infidelidad como tal sino como una más de sus libertades.
Y por último en el caso del apego desorganizado encontramos a una persona que no genera vínculos con convicción teniendo comportamientos muy imprevisibles como pueden ser llevar a cabo la infidelidad.
La persona que tiene un comportamiento desleal contradictoriamente suele ser bastante celosa. Este exagerado sentimiento de pertenencia con la otra persona puede surgir del miedo de que su pareja haga lo que esa persona acostumbra a hacer.
Esto se podría ejemplificar a través del sabio refranero español: Se cree el ladrón que todos son de su condición
Lejos de lo que podría parecer, estas personas suelen depender mucho de sus parejas a pesar de que las engañen. Es por eso que si pierden la relación por su infidelidad pueden sufrir mucho.
Para paliar este dolor pueden buscar amor en otras personas como puede ser sus amantes realizando relaciones liana, algo de lo que hablamos en otro artículo de nuestro blog.
Si ves que cumples estos criterios y te cuesta mantener el compromiso con una persona puede acudir a terapia para que un profesional de la psicología te ayude a encontrar la raíz de este comportamiento tratando de suprimirlo con el fin de tener unas mejores relaciones.