Pero tú silencias ese run-run y te vas a dar una vuelta. En ese momento lo que estás haciendo es procrastinar. O, lo que es lo mismo, aplazar esas tareas pendientes para más adelante (que finalmente, en la gran mayoría de los casos, acabamos por no hacer).


Así, es más fácil procrastinar cuando tenemos otros planes más interesantes que hacer, o cuando nos falta motivación, fuerza de voluntad, cuando somos perezosos… Y es normal procrastinar de vez en cuando, no debemos sentirnos mal por ello. Pero sí hemos de saber que hacerlo tiene consecuencias negativas, y que hay algunas estrategias que nos pueden ayudar a dejar de hacerlo (o a hacerlo menos). Si quieres conocerlas, ¡quédate!


¿Qué es procrastinar?


En un artículo de Gabriel Zaid (2010), el autor explica que en inglés, procrastinate, se traduce literalmente como “dejar para mañana”. En ocasiones también se traduce por aplazar, diferir, posponer, postergar o relegar. Es importante fijarnos en que estos conceptos también implican “dar menos importancia a algo o alguien”.


Por su parte,  Ostaiza y Benites (2022)  lo definen en un artículo como: “El reflejo (in)voluntario a aplazar alguna tarea o deber propio a un tiempo indefinido”.De esta forma, procrastinar implica posponer deliberadamente tareas importantes pendientes, a pesar de tener la oportunidad de llevarlas a cabo. Es decir, se tiene el tiempo y la ocasión para hacerlo pero finalmente, no se hace.


Así, cuando procrastinamos, aplazamos las cosas que tenemos que hacer por pereza o por un mal hábito, “dejándolas para otro momento”. Pero, ¿qué hay detrás de esta conducta? ¿Por qué lo hacemos?


¿Por qué procrastinamos?


por que procastinamos

Cuando procrastinamos lo hacemos porque nuestro cerebro se encuentra dividido; por un lado, está la parte racional y reflexiva, y por otro, la parte más instintiva, emocional e impulsiva, que solo piensa en el “ahora”.


El acto de procrastinar es el resultado de esa lucha entre la parte racional y emocional, donde la parte emocional acaba venciendo. Es decir, nos dejamos llevar por aquello que nos apetece realmente (por ejemplo, quedarnos en el sofá, salir a dar una vuelta…).


Pero procrastinamos también por una cuestión de hábitos y de pereza; si yo me acostumbro a dejar las cosas “para otro momento”, estoy creando un hábito. Y este hábito, si se va repitiendo en el tiempo, es más probable que me lleve a procrastinar más a menudo.


Así, hay también una falta de voluntad y de constancia en todo este asunto, como causa de la procrastinación, pero también otras variables, como:


  • Tendencia a la impulsividad.
  • Baja confianza en uno mismo (creer que no podremos dejar de procrastinar o ponernos manos a la obra).
  • Dificultades para encontrar la motivación a la hora de resolver aquellas tareas pendientes.
  • Cansancio acumulado.

¿Cómo evitar procrastinar?


El psicólogo Tim Pychlyl, de la Universidad de Carleton en Canadá, y la psicóloga Fuschia Sirois, de la Universidad de Sheffield, han investigado en profundidad el fenómeno de la procrastinación y proponen una serie de ideas clave para combatirla.


Por ejemplo, dividir la tarea en pasos claros y manejables, no castigarnos por procrastinar, apoyarnos en las buenas costumbres con las que ya contamos, conectar con nuestro “yo futuro” (imaginar cómo de agobiados nos sentiremos más tarde si no acabamos las cosas al momento) y reflexionar sobre por qué nos importa lo que vamos a hacer. Vamos a desarrollar estas y otras ideas, que nos pueden ir muy bien a la hora de no procrastinar:


1. La regla de los 2 minutos


Esta sencilla técnica (que puede ser muy efectiva) implica lo siguiente: si las tareas que tenemos pendientes, pueden resolverse en 2 minutos, hagámoslas. No las dejemos para después. La idea es empezar a crear el hábito, y que la próxima vez que nos pongamos a ello, necesitemos menos fuerza de voluntad para hacerlo.


2. Dividir la tarea en pasos claros y manejables


Muchas veces, nos cuesta hacer algo en cuestión porque lo vemos como algo “interminable”, o algo muy extenso, abstracto o laborioso. ¿Por qué no pruebas a dividir la tarea en pasos claros y manejables? Por ejemplo, si tienes que “ordenar el armario”, es normal que la tarea te dé pereza (porque no sabes cuánto tiempo tardarás, porque no sabes ni por dónde empezar…).


Por ello, prueba a dividir ese objetivo en objetivos más pequeños; en lugar de “ordenar el armario”, podemos secuenciarlo en:


  • Tarea 1: ordenar los cajones de la derecha del armario.
  • Tarea 2: ordenar los cajones del centro.
  • Tarea 3: ordenar los cajones de la izquierda.
  • Etc.

¿Qué crees que es más fácil? ¿Ponerse a “ordenar el armario” o “ordenar los cajones de la derecha del armario”? Seguramente, lo segundo. Cuando vemos las cosas más asumibles, más “pequeñas”, tendemos a procrastinar menos.


3. Técnicas de meditación


Las técnicas de meditación también pueden ayudarnos a dejar de procrastinar, porque nos permiten controlar los pensamientos negativos (tan habituales en la procrastinación); Anthony Seldon, vicerrector de la Universidad de Buckingham (Inglaterra), introdujo en su universidad sesiones de mindfulness para profesores y estudiantes a fin de combatir la procrastinación.


Los resultados fueron muy positivos. Así que meditar nos puede ayudar, de forma indirecta, a dejar de procrastinar, porque nos puede ayudar a gestionar mejor los pensamientos que aparecen cuando nuestra nos mente nos lleva a procrastinar, com por ejemplo “ya lo haré”, “no hay prisa”, “no soy capaz de hacerlo ahora”, etc.



4. Apoyarnos en las buenas costumbres con las que ya contamos


procastinacion

Otra idea que proponen Tim Pychlyl y Fuschia Sirois es apoyarnos en las buenas costumbres con las que ya contamos. Si por ejemplo tenemos el hábito de ser organizados, o constantes en cuestiones del trabajo, pero no en casa, intentemos trasladar estos buenos hábitos también a las tareas del hogar.


O si tenemos la buena costumbre de madrugar, también podemos aprovecharla para hacer aquellas cosas que tenemos pendientes (o al menos, empezarlas). Estos son ejemplos, pero seguro que hay muchas otras habilidades que nos pueden ayudar a no procrastinar tanto, pero debemos identificarlas y ponerlas en práctica.


5. Conectar con nuestro “yo futuro”


Se trata de imaginar cómo de agobiados nos sentiremos, más tarde, si no acabamos las cosas al momento. Conecta con este “yo futuro”; imagina cómo te sentirás si no acabas lo que tienes pendiente esta tarde, o este fin de semana.


Te sentirás agobiado, mal, culpable… Y ahora, prueba a conectar con el “yo futuro” que sí ha terminado esas tareas pendientes. Cierra los ojos e imagínatelo. ¿Cómo se siente? Probablemente, orgulloso, aliviado y más ligero. Así, se trata de conectar con estos dos “yoes” futuros y de buscar ahí la motivación para hacer pequeños cambios que nos ayuden a no procrastinar.



6. Reflexionar sobre por qué nos importa lo que vamos a hacer


Otra estrategia que te puede ayudar es reflexionar sobre el por qué debes hacer eso que tienes pendiente (y por qué ahora). ¿Es importante para ti? ¿Por qué? ¿Es útil? ¿En qué te puede beneficiar?


Por ejemplo, si tienes que ordenar la casa, quizás es importante hacerlo porque: 1. te ayudará a sentirte en armonía; 2. vienen invitados a casa esta tarde y quieres que vean bien la casa; 3. te sentirás bien contigo mismo porque sentirás que has hecho lo que necesitabas; 4. tendrás más tiempo libre para hacer cosas que te apetezcan, etc.


Las razones son personales de cada uno, pero indagar en el por qué y para qué “debes hacer X cosa” ahora, y tomar conciencia de ello, te puede motivar a la hora de dejar de procrastinar. No olvidemos que la motivación es el motor de nuestra conducta; si no estamos motivados para dejar de procrastinar, difícilmente lo haremos.


7. No castigarnos por procrastinar


Finalmente, no te castigues por procrastinar; evita machacarte por ello. Piensa que el día dura 24 horas, y que es normal que en algún momento deseemos “dejar de ser productivos” (de ahí que pospongamos tareas).


Escucha tu cuerpo; tal vez estés cansado y necesites un parón, y por eso tiendas a procrastinar. No pasa absolutamente nada, pero debes poder permitírtelo. Solo parando y escuchando tu interior podrás entender qué necesitas en ese momento (para recargar pilas e identificar cuándo sí puedes volver a ser productivo).


Referencias


Ostaiza, J.L. &., Benites, J.C. (2022). Procrastinación, el problema del nuevo mundo. Juventud y Ciencia Solidaria, 10, 15-18.


Zaid, G. (2010). Procrastinar. Letras libres, 114, 1-3.

Artículo redactado por:

laura ruiz mitjana

Laura Ruiz Mitjana

Redactora

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