Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
La pandemia por COVID-19 ha supuesto muchos cambios en nuestras vidas. Tanto es así que no es de extrañar que los casos de personas con Depresión y Ansiedad se hayan incrementado de forma abrumadora en los últimos meses. La pandemia ha supuesto muchas pérdidas en nuestras vidas: pérdidas económicas, laborales, sociales o personales. Toda nuestra vida se ha visto comprometida.
Hay que tener en cuenta que la depresión es provocada por una interacción de varias causas; no obstante una de las causas importantes para la aparición de este trastorno es una forma de estrés personal que aparece tras una pérdida. Una pérdida puede llevar a una depresión, imaginemos lo que puede suponer para la persona que tiene predisposición a desarrollar una depresión el haber tenido que convivir con múltiples pérdidas asociadas a las consecuencias de la pandemia.
Los Síntomas de Depresión pueden variar de una persona a otra, pero la mayoría de personas experimenta varios de estos síntomas:
El síntoma emocional más característico y común en todas las personas con depresión es la tristeza, aunque podemos experimentar otros. Aparece tristeza intensa y de forma continuada. La tristeza es tan fuerte que involucra a la persona en un bucle de emociones y pensamientos negativos. Muchas veces no saben explicar por qué están tristes, no identifican una causa.
Asociado a la emoción de tristeza, es común que aparezca llanto desconsolado y sin causa justificada. El depresivo a menudo presenta ganas de llorar.
Así mismo, existe una sensación de vacío o desesperanza. Describen su estado como un sentimiento de vacío que nunca se puede llenar y de poca esperanza sobre la vida, su propia persona y sobre el mundo.
La tristeza extrema a su vez genera una pérdida de placer o de interés por las cosas. El depresivo experimenta una falta de deseo por cualquier cosa que antes pudiera provocarle placer. No le interesa nada.
Puede aparecer además ansiedad o inquietud. Algunas personas pueden sentirse nerviosas o más inquietas de lo habitual. Cuando existe ansiedad y depresión podemos hablar del Trastorno Ansioso Depresivo.
A veces también hay irritabilidad, frustración o arrebatos de ira. La impotencia por no poder solucionar algunas circunstancias de la vida, la frustración de no poder salir de una difícil situación puede llevar a la persona a experimentar episodios de rabia e ira. Generalmente esta rabia se expresa a uno mismo o en situaciones de soledad, aunque también puede manifestarse con el resto de la gente.
En la depresión aparecen síntomas relacionados con el pensamiento. Es decir, la persona con depresión habitualmente experimenta pensamientos negativos y distorsionados sobre uno mismo, el futuro y el mundo.
Lo más destacable son los pensamientos de inutilidad, culpa y odio hacia uno mismo. Tener depresión muchas veces implica pensamientos negativos y pesimistas sobre uno mismo y sobre el mundo que le rodea. Habitualmente la persona siente culpa incluso por cosas que a veces no requieren un culpable.
Unido a lo anterior, suele haber pensamientos catastróficos y de muerte. Tener depresión implica de por sí la existencia de pensamientos negativos y distorsionados sobre la realidad y sobre uno mismo. Estos pensamientos pueden ir asociados a temas de muerte y de suicidio. Es muy común que una persona con depresión tenga ideación o intentos suicidas, como un intento de escapar de la dolorosa situación que está viviendo.
En algunos tipos de depresión pueden aparecer además síntomas psicóticos en forma de alucinaciones.
Por otra parte, aparecen otros síntomas cognitivos relacionados con la dificultad de atención y concentración. La persona con depresión a menudo se siente agotada, abrumada y saturada de sus propios pensamientos. Esto la lleva a presentar problemas de concentración para realizar tareas y es muy común que aparezcan despistes y olvidos, o que las personas de alrededor sientan que no son escuchadas por la persona.
Los síntomas físicos hacen referencia a los cambios experimentados en el cuerpo del deprimido. En este sentido, suele haber alteraciones en la alimentación y en el sueño. Es habitual la pérdida de apetito y asociado a ello la pérdida de peso en los episodios depresivos. Además, el sueño suele verse afectado. Algunas personas tienen problemas para conciliar el sueño o para descansar durante la noche; otras duermen demasiado tiempo en el día.
Asociado o no a lo anterior, a menudo la persona con depresión tiene falta de energía y cansancio. El depresivo manifiesta que se encuentra cansado, que no tienen energía para hacer las cosas y en ocasiones ni siquiera se levanta de la cama o del sofá de su casa.
Algo muy destacable es la presencia de problemas físicos sin causa orgánica aparente. En ese sentido, en la depresión son muy comunes las somatizaciones. Somatizar es transformar nuestros problemas psicológicos en problemas físicos, como puede ser el dolor de cabeza o los dolores musculares, problemas gastrointestinales o mareos y vértigos, entre otros.
Otro aspecto característico son los movimientos y pensamientos lentos. Otro síntomas habitual es la lentitud al articular los movimientos del habla, al andar o al realizar cualquier otro movimiento. Parece que a la persona le cuesta moverse, es una sensación de cansancio y de pasividad extrema. Además, el pensamiento también se enlentece, se reduce el procesamiento de la información.
Nos referimos a los síntomas que tienen que ver con el comportamiento, sobre la forma de actuar de la persona depresiva. En este sentido, el síntoma más destacable es la inactividad y el retraimiento a realizar las actividades habituales y cotidianas. Uno de los síntomas más comunes en la depresión es el abandono de actividades. Por una parte, la persona puede abandonar actividades primarias, como puede ser la higiene y el cuidado personal. La persona también se retrae a participar en otro tipo de actividades, como puede ser ir al trabajo, socializar con la gente u otras actividades de ocio que antes realizaba.