Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
No nos desenamoramos de un día para otro. Seguramente sean un cúmulo de circunstancias las que acaben llevandonos a perder la magia en nuestra relación. Por ello, es muy importante prestar atención a los síntomas, a aquellos indicios de que el amor poco a poco se está apagando. Pero antes de esto, es importante que entiendas y analices las fases por las que tu relación de pareja ha pasado y en qué momento os encontráis ahora mismo.
Una relación es un ciclo, y todo ciclo está formado por varias etapas o fases. Aunque no todas las relaciones son iguales y no todos atravesamos los mismos momentos, hay algunas características que suelen aparecer en la mayoría de relaciones de pareja.
Es la fase que inicia la relación. Puede ser variable en el tiempo, pero lo determinante es el deseo y la pasión. En esta etapa, queremos pasar la mayor parte posible con el otro, vemos las cosas positivas de nuestra pareja, ponemos la relación por encima de muchas otras cosas y, sobre todo, tenemos una explosión de hormonas en nuestro interior.
Algunas hormonas como la serotonina, la dopamina o la testosterona aumentan y recorren nuestro cerebro. Es por eso que estamos en un estado anestesiado, de felicidad y emoción, donde sentimos mariposas en el estómago al ver o pensar en la otra persona.
Después de tanta euforia, baja un poco la intensidad del enamoramiento y empezamos a querer saber más del otro, a conocernos más a nivel íntimo y personal.
Esto implica que no solo descubriremos lo que más nos gusta del otro, sino que aparecerán algunos defectos o peculiaridades, que harán que la visión del otro sea un poco más realista y menos idealizada.
Una vez se conoce a la otra persona en profundidad, se pasa la convivencia. La pareja decide compartir su día a día de una forma más íntima. En este momento, aunque ya conocemos algunos de los defectos del otro, pueden surgir conflictos, desacuerdos y problemas a la hora de resolver algunas cuestiones cotidianas.
Además la relación evoluciona a más apoyo y comprensión, descendiendo un poco la pasión y la sexualidad.
A medida que pasa el tiempo, empezamos a tener necesidades más individuales. Esto implica que nos distanciaremos un poco, realizaremos actividades en separado y nos desvincularemos un poco más de la relación de pareja. No obstante, el compromiso y la vida en pareja continúan, aunque pueden surgir conflictos con las necesidades individuales.
Después de un periodo de tiempo más distanciado, la relación avanza hacia un compromiso mayor y se establecen más planes de futuro. La pareja puede salir fortalecida, o puede que los conflictos y los inconvenientes se intenten tapar, apareciendo de nuevo en un futuro.
Dentro de este recorrido de etapas pueden surgir algunos conflictos en la relación de pareja. La pasión y la excitación inicial no duran eternamente, no se puede mantener mucho tiempo tanta intensidad. Cuanto más conocemos al otro, más encontramos sus defectos y empezamos a establecer una balanza de cosas positivas y negativas.
Esta balanza debe estar equilibrada para que la relación no se rompa. Sin embargo, a veces no nos damos cuenta de las pequeñas cosas que van haciendo mella en la relación y tornando la balanza hacia lo negativo.
Destacamos algunos de los síntomas más claros de que nos estamos desenamorando:
Si piensas en la otra persona, pero ya no tienes muchas ganas de verla, es posible que estés un poco más desenamorado y estés prestando más atención a la balanza negativa.
En la fase de enamoramiento primaba el deseo de estar con la pareja. Sin embargo, cuando empezamos a desenamorarnos el otro pasa a un segundo plano. Empezamos a hacer otros planes sin contar con el otro, elegimos a veces no estar juntos.
Pasamos de prestar mucha atención al otro, de mostrar y recibir cariño, a estar más secos, distantes o irritables. El cambio de comportamiento es un síntoma de que la relación se está enfriando.
Cualquier pequeña cosa del otro, que antes solo era un pequeño defecto, se convierte en una gran molestia cuando te desenamoras. Ya no tolerarás tanto los defectos, y las virtudes quedarán también diluidas.
Estáis juntos, pero en realidad parece una relación de amistad. Ya no hay tantos abrazos, caricias, besos o halagos hacia el otro. Nos convertimos en un poco más pasotas y fríos.
La sexualidad disminuye a medida que la relación avanza. Pero, no es lo mismo que disminuya por el estilo de vida a que disminuya por desenamoramiento.
La comunicación disminuye, ya no le cuentas tantas cosas al otro, prefieres no compartir tus sentimientos ni tus pensamientos.
El desenamoramiento puede suponer el fin de la relación, pero tampoco tiene por qué ser así. Si has decidido ya que no quieres estar con el otro, lo más seguro es que la relación se haya terminado. No obstante, si sigues pensando que tienes cariño a esa persona y que en el fondo consideras que la relación puede funcionar, es posible encontrar una solución al problema y que la llama pueda reavivarse.
Si te sientes identificado o identificada con estos síntomas y consideras que ya no estás tan enamorado de tu pareja, necesitarás replantearte si de verdad quieres estar con esa persona.
Puede ser una buena técnica analizar las ventajas y los inconvenientes de estar con tu pareja, así como las ventajas y los inconvenientes de dejar la relación. Es una tarea sencilla, pero que suele ser bastante útil para aclarar nuestras ideas.
Si concluyes que vas a estar mejor sin esa persona, igual deberías tomar una decisión. Pero, en el caso de que consideres que no sería positivo perder la relación, puedes iniciar el camino de nuevo hacia el enamoramiento.
Para volver a recuperar la chispa tienes que ser consciente de las cosas que te gustan y no te gustan de la relación y, posteriormente, poder comunicarte con tu pareja e intentar negociar y mejorar. La negociación es esencial en una relación de pareja: los dos tenéis que ceder un poco para llegar a un punto de encuentro.
Mejorar la comunicación te ayudará a favorecer al mismo tiempo la relación. Y es que es uno de los ingredientes principales de las relaciones de pareja. Dile lo que piensas y sientes a esa persona, invítale al otro a que haga lo mismo. Sinceraros y buscar una solución.
Puede que consideres esta pregunta como más complicada. Es difícil desenamorarse, pero incluso más aún sentir que el otro se ha desenamorado. En este punto también es momento de tomar decisiones.
Si crees que la relación puede tener solución, te invito a que pongas la mano en el fuego e intentes arreglarlo. Todo empezará también con una mejora en la comunicación. Tenéis que tratar el problema para poder solucionarlo.
Si tu pareja está receptiva, seguramente podáis llegar a un acuerdo. Invita a tu pareja a que te hable de los problemas en la relación. Seguramente no hayáis compartido vuestras inquietudes al respecto.
Si el otro no está receptivo a la hora de hablar, tendréis que negociar o decidir dejar la relación. Evidentemente, dejar la relación supone comenzar un duelo, lo cual también es un proceso complicado y doloroso.
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