Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
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Esta enfermedad está relacionada con el ejercicio compulsivo y alteraciones alimentarias. Se asocia principalmente a hombres entre 18 y 35 años, aunque también puede afectar a mujeres y otras edades. La vigorexia puede tener graves consecuencias para la salud física y mental, por lo que es importante reconocer y tratar este trastorno adecuadamente.
La vigorexia es un trastorno mental relacionado con la obsesión por ganar masa muscular y mejorar la apariencia física. Se caracteriza por una distorsión de la imagen corporal, en la que las personas afectadas se sienten insatisfechas con su apariencia física, creyendo que no son lo suficientemente musculosas o fuertes.
La vigorexia, también conocida como dismorfia muscular, se caracteriza por una obsesión por alcanzar un alto grado de musculación, lo cual lleva a las personas afectadas a dedicar gran parte de su tiempo y energía a entrenamientos intensivos y dietas específicas. La imagen que tienen de sí mismas está totalmente distorsionada, lo que les genera una gran insatisfacción y malestar emocional.
Estas personas suelen sentir la necesidad imperante de aumentar su tamaño y volumen muscular, siempre buscando un cuerpo perfecto en el que nunca se sienten satisfechos. Esta obsesión por conseguir una musculatura exagerada y percibirse como débiles o frágiles es una característica común de la vigorexia.
La vigorexia afecta principalmente a hombres jóvenes, en su mayoría entre los 18 y 35 años de edad. Sin embargo, es importante destacar que también puede afectar a mujeres y a otras edades. La prevalencia de este trastorno está en aumento debido a la influencia de la sociedad, los medios de comunicación y las redes sociales, que promueven un ideal de belleza masculina basado en la imagen de cuerpos musculosos y definidos.
La presión social y la búsqueda de aceptación y reconocimiento son factores que contribuyen al desarrollo de la vigorexia en la sociedad actual. Además, se ha observado que las personas que practican deportes de fuerza y culturismo son especialmente vulnerables a este trastorno.
La vigorexia y la dismorfia muscular están estrechamente relacionadas. La dismorfia muscular es un subtipo de trastorno dismórfico corporal en el cual la obsesión se centra en la insatisfacción con el tamaño y la apariencia muscular. Las personas afectadas por vigorexia experimentan una dismorfia muscular específica, en la que su visión de su cuerpo está completamente distorsionada y creen que son demasiado delgadas o débiles, a pesar de tener un nivel de masa muscular normal o incluso por encima de la media.
La vigorexia se caracteriza por una distorsión de la imagen corporal, donde las personas afectadas se ven a sí mismas como débiles o flácidas, a pesar de tener una musculatura desarrollada o incluso sobresaliente. Esta distorsión lleva a una insatisfacción constante con su apariencia física y a un deseo obsesivo por aumentar su masa muscular.
Las personas con vigorexia desarrollan una obsesión por la musculación y el ejercicio, dedicando gran parte de su tiempo y energía a realizar actividades físicas intensas y específicas para ganar masa muscular. La práctica constante de levantamiento de pesas y otros ejercicios de fuerza se convierte en el centro de su vida, priorizando esto por encima de otras responsabilidades diarias.
La vigorexia también se relaciona con alteraciones alimentarias y nutricionales, ya que quienes la padecen suelen obsesionarse con seguir una dieta restrictiva y desequilibrada. Priorizan el consumo de proteínas y restringen la ingesta de grasas y otros nutrientes esenciales, lo que puede llevar a déficits nutricionales y problemas de salud a largo plazo.
La vigorexia conlleva graves consecuencias para la salud, tanto física como mental. El sobreentrenamiento y la falta de descanso adecuado puede llevar a lesiones musculares, óseas y articulares. Además, la obsesión constante por alcanzar un ideal corporal inalcanzable puede causar estrés, ansiedad, depresión y trastornos de la conducta alimentaria, afectando negativamente la calidad de vida de las personas afectadas.
La vigorexia no es el único trastorno relacionado con la obsesión por la imagen corporal y la búsqueda desmedida de un cuerpo musculado. A continuación, se mencionan otros trastornos que también están estrechamente vinculados:
La ortorexia es un trastorno caracterizado por una obsesión compulsiva por comer de manera saludable y evitar cualquier alimento considerado 'poco saludable'. Las personas con ortorexia pueden tener una preocupación extrema por la calidad y la pureza de los alimentos, llegando a excluir grupos enteros de alimentos de su dieta. Esta obsesión por la alimentación saludable puede ser una consecuencia directa de la vigorexia, ya que buscan mantener una apariencia muscular perfecta a través de una alimentación 'limpia' y controlada.
La megarexia es un trastorno en el que las personas tienen una obsesión desmedida por aumentar su volumen muscular, incluso cuando ya tienen un desarrollo muscular considerable. A diferencia de la vigorexia, donde las personas se sienten insatisfechas con su apariencia muscular, en la megarexia las personas nunca parecen estar satisfechas y continúan buscando un tamaño muscular cada vez mayor. Esto puede llevar a un entrenamiento excesivo y a la utilización de esteroides anabolizantes para lograr ese objetivo inalcanzable.
La ebriorexia es un trastorno en el que las personas tienen una obsesión por mantenerse delgadas y evitar el aumento de peso a toda costa. Esta obsesión por la delgadez puede llevar a prácticas alimentarias extremas como omitir comidas, restringir la ingesta calórica y utilizar métodos poco saludables para compensar las calorías consumidas, como el vómito o el abuso de laxantes. Aunque la ebriorexia se asocia principalmente con la anorexia, también puede estar presente en personas con vigorexia, que desean mantener un bajo porcentaje de grasa corporal para resaltar su musculatura.
Es importante tener en cuenta que estos trastornos pueden coexistir con la vigorexia y aumentar su gravedad. El diagnóstico y tratamiento de estos trastornos deben abordarse de manera multidisciplinaria, con la intervención de profesionales de la salud mental, la nutrición y la medicina.
La vigorexia es un trastorno mental que requiere un diagnóstico y tratamiento adecuados para ayudar a los afectados a superar sus dificultades. A continuación, se presentan los diferentes aspectos relacionados con el diagnóstico y tratamiento de la vigorexia:
El diagnóstico de la vigorexia se basa en la evaluación de varios criterios. Es fundamental que los profesionales de la salud realicen una evaluación exhaustiva de los síntomas y antecedentes del paciente, así como de su historia personal y familiar. Además, se pueden utilizar pruebas y cuestionarios específicos para evaluar la distorsión de la imagen corporal, la obsesión por la musculación y las alteraciones alimentarias.
La terapia cognitivo-conductual es una de las principales estrategias de tratamiento para la vigorexia. Se centra en ayudar a los afectados a identificar y modificar los pensamientos distorsionados relacionados con su imagen corporal y su obsesión por la musculación. También se busca mejorar las habilidades de afrontamiento y promover conductas saludables en relación con el ejercicio y la alimentación. En algunos casos, puede ser necesario complementar la terapia con psicoterapia para abordar otros aspectos emocionales y psicológicos subyacentes.
En casos graves de vigorexia, puede ser necesario recurrir a la medicación para ayudar a controlar los síntomas y mejorar el bienestar de los afectados. Sin embargo, es importante destacar que la medicación debe ser utilizada bajo prescripción y supervisión médica, y no debe considerarse como la única solución. Generalmente, se utilizan medicamentos como antidepresivos, ansiolíticos o estabilizadores del estado de ánimo para abordar los síntomas de la vigorexia en casos más graves.
El apoyo del entorno afectivo es fundamental en el proceso de tratamiento de la vigorexia. Los familiares y amigos cercanos pueden brindar apoyo emocional y motivacional, así como también pueden ayudar a fomentar hábitos saludables y promover una perspectiva equilibrada de la imagen corporal. Además, la prevención juega un papel clave en el abordaje de la vigorexia. Promover una cultura del ejercicio físico moderado y saludable, junto con una alimentación equilibrada, puede ayudar a prevenir la aparición de este trastorno.
La prevención de la vigorexia es fundamental para evitar la aparición de este trastorno y fomentar hábitos de vida saludables. A continuación, se ofrecen recomendaciones prácticas para prevenir la vigorexia y mantener un equilibrio físico y mental:
Es importante contar con la guía y supervisión de entrenadores profesionales para realizar el ejercicio de forma segura y eficiente. Además, someterse a exámenes físicos periódicos ayuda a adaptar los entrenamientos a las necesidades y capacidades individuales.
Mantener una alimentación equilibrada y nutritiva es esencial para el bienestar físico y mental. Algunas recomendaciones incluyen:
Adoptar estos hábitos de vida saludables contribuye a prevenir la vigorexia y promover una relación equilibrada con el ejercicio físico y la alimentación.