Patricia San Valero
Psicóloga en Psyfeel
El contacto cero hace referencia a la decisión de bloquear la comunicación y restringir la información relacionada con la persona que acabamos de dejar o que nos ha dejado. Consiste en alejarnos y distanciarnos totalmente de esa persona.
El objetivo de tener un “contacto cero” es poder avanzar emocionalmente y no quedarnos estancados en dinámicas tóxicas. Además, si mantenemos el contacto el olvido se hace mucho más complicado y largo en el tiempo.
Es importante tener en cuenta que se llama “contacto cero” precisamente porque no puede haber nada de contacto por ninguna vía: ni hablar en persona, ni por redes sociales, ni “stalkearle”, ni preguntar sobre ella a terceros, ni ir a los lugares que frecuenta, ni pedir a nuestros amigos que investiguen por nosotros...
La práctica del contacto cero nace como un medio útil para superar a una persona tras una ruptura. Sobre todo es muy efectiva cuando los términos del fin de la relación no han sido buenos, nos ha costado mucho terminar o aún duele excesivamente como para poder dar pasos hacia adelante.
Aunque nosotros pensemos que podemos continuar siendo amigos de nuestro ex, la mayor parte de las personas necesita un tiempo para sanar y es útil que este tiempo se pase desligado de la persona. Este alejamiento, aunque es complicado, permite que avancemos de una manera más sana en nuestro duelo.
Aunque sabemos que los beneficios son múltiples, el contacto cero no es fácil de respetar. Pero, ¿por qué nos cuesta tanto? La dificultad es debida a que, tras la ruptura, vivimos un tiempo de duelo en el que tenemos que aprender a vivir sin esa persona, sin todo lo que nos aportaba y sin aquellas cosas que estaban ligadas a ella.
Cuando hablamos de olvidar a alguien no queremos decir de forma literal que todo lo relacionado con esa persona vaya a borrarse de nuestra mente. El contacto cero no pretende borrar todos nuestros recuerdos con esa persona, sino darnos un espacio para sanar y recolocarlos en nuestra mente de tal manera que no nos hagan daño.
Sin embargo, este proceso es complicado, porque supone hacer entender a nuestro cerebro que algo que antes nos hacía bien ya no nos lo hace, y que lo mejor es que todos los estímulos ligados a esta persona dejen de estar presente en nosotros.
Practicar el contacto cero tiene muchos beneficios:
Al crear un entorno en el que la información sobre nuestra expareja no está siempre presente, podemos sanar de una manera más rápida y eficaz. Esto evita provocarnos más dolor, ya que al no alejarnos podemos comparar nuestro proceso del duelo con el proceso de duelo de la otra persona, y es muy difícil que sean iguales.
Tras una ruptura es complicado mantener una amistad que busque solo los beneficios de una amistad. Es por eso que comportarnos como colegas lo único que puede producir es confusión en los integrantes de la relación, impidiéndoles avanzar en el camino y rehacer su vida.
Esto no quiere decir que no podamos ser amigos de nuestros ex, pero sí que es verdad que en un primer momento continuar la relación puede resultar duro y crearnos expectativas falsas, que finalmente causen daño al no coincidir con la realidad.
Este tiempo es útil no solo para sanar, sino también para evaluar loa aprendido tanto en la relación como en la ruptura. El tiempo nos ayuda a saber qué queremos y qué no para futuras relaciones amorosas.
De los errores cometidos también podemos extraer enseñanzas sobre porqué los cometimos, cuáles de nuestros valores nos saltamos cuando los llevamos a cabo y cómo vamos a actuar en situaciones similares para no cometer los mismos fallos.
Esto sobre todo se aplica a parejas con dinámicas muy dañinas, donde la dependencia ha estado muy presente. De este tipo de comportamientos es muy complicado salir, incluso estando fuera de la relación, por lo que el contacto cero permite cortarlos de raíz.
Tras una ruptura es normal que nuestra autoestima se vea afectada, por lo que el contacto cero nos aporta un espacio ideal para trabajar en nosotros mismos.
El mantra principal es “ponérnoslo fácil”. Al igual que si hacemos dieta no compramos chocolate para no comérnoslo o para no tener la tentación de atracar la despensa, debemos ponérnoslo fácil también en esta situación. Para esto es útil llevar a cabo algunas decisiones:
Es esencial que no haya comunicación (ni fluida, ni puntual), para que esta técnica funcione de manera óptima. Además, esta no deber darse ni en persona ni a través del teléfono o redes sociales. Es decir, comunicación cero.
No es necesario que bloquees o borres a la persona si no quieres, pero algunas aplicaciones nos dan una opción muy útil que nos permite silenciar sus publicaciones para que no salgan en nuestro “TimeLine”.
Puedes pensar que, a pesar de hacer esto, podrías stalkearle igual. Esto puede ser cierto. Sin embargo, si de propio intento buscas información sobre esa persona, te estás exponiendo más directamente a tu dolor. No es lo mismo sufrir de forma intencionada que en algunas ocasiones puntuales y porque no nos queda otra opción.
Además, con el tiempo irás dejando de visitar sus redes, porque te supondrá un esfuerzo que cada vez te apetecerá menos hacer.
Esto nos evitará que nos la encontremos o que los estímulos ligados a ella generen recuerdos dolorosos del tiempo pasado.
Es útil cuando tengo un examen pedir a mis compañeros de piso que no pongan la televisión muy alta, para que no escuche la sintonía de mi programa favorito y me impulse a dejar de estudiar. Del mismo modo esto funciona en el contacto cero: si pido a mi círculo que no me den información, el proceso va a ser mucho más fácil.
A pesar de lo difícil que puede ser este proceso, debido a las ganas de saber de la otra persona y de contactar con ella, es fundamental no romper este compromiso. Es algo así como dejar que sane sin reabrir de manera continuada la herida.
Para que este proceso resulte sanador es necesario que tomemos un rol activo en nuestro duelo, tratando de paliar las pérdidas tras la ruptura con otro tipo de reforzadores que nos hagan sentir bien. Para esto podemos conocer gente nueva, explorar nuevas actividades, salir de nuestra zona de confort, retomar antiguos hobbies, conectar con nuestros amigos de siempre...
Si ves que todos estos tips no te ayudan a conseguir el objetivo de acordarte de tu ex sin que duela, puede ser útil solicitar ayuda profesional.
Es posible que en estos casos el problema no sea la ruptura o el contacto cero en sí, sino que aún tienes que curar algo de tu interior que no te está permitiendo avanzar. Para esto la terapia es siempre la primera elección.