¿Qué es llorar?


Llorar se define como un fenómeno complejo que se caracteriza por la secreción de lágrimas desde el aparato lagrimal sin provocar irritación en los ojos. El llanto puede darse como reacción a un dolor extremo o a un estado emocional humano, ya que no se tiene claro si esto ocurre en el resto de animales.


Sin embargo, no todas las lágrimas son iguales. Podemos identificar tres tipos: basales, reflejas y psíquicas. Las primeras sirven para la lubricación natural del ojo con el fin de mantenerlos limpios y sin polvo. Las reflejas surgen como una defensa del ojo al entrar en contacto con gases que pueden ser lacrimógenos, como cuando cortamos una cebolla. Y, por último, las psíquicas son aquellas producidas por dolor, sentimientos o fuertes emociones. De estas últimas son de las que vamos a hablar en este artículo.


¿Por qué es bueno llorar?


¿A quién no le suena la frase “no llores que te pones muy feo”? Durante muchísimos siglos el llanto ha estado altamente penalizado en la sociedad. Se ha identificado este como un símbolo de debilidad, de incompetencia o de infantilidad.


De hecho, esta presión ha sido incluso más férrea en el caso del género masculino, marcando la sociedad con reglas como que “los hombres no lloran” o que “si lloras eres un débil o una nenaza”. Estas premisas, además de ser fuertemente misóginas, también generan un gran impacto en los hombres que se ven privados de esta expresión emocional.


Sin embargo, a día de hoy esta perspectiva está cambiando, ya que se está demostrando no solo el objetivo que persigue esta reacción sino tambien los beneficios que conlleva.


Sin embargo, a día de hoy esta perspectiva está cambiando, ya que se está demostrando no solo el objetivo que persigue esta reacción, sino también los beneficios que conlleva.


Se ha descubierto que el objetivo de llorar es principalmente la comunicación con el resto. De esta manera conseguimos que los demás empaticen con nuestro sufrimiento, facilitándonos algo que para nosotros es importante.


Un ejemplo claro de que el llanto es una forma de quejarnos para demandar ayuda son los bebés. Estos, al no contar con la comunicación hablada, lloran para demandar alimento, informar de dolor o de necesidades.


Es por esto que la premisa de “dejar llorar a los bebés porque si no se vuelven caprichosos y manipuladores” es una concepción errónea. El llanto es su única forma de infórmanos de su malestar y debemos atenderlo para propiciar un desarrollo físico y emocional sano.


Por todas estas razones vemos que llorar no solo es beneficioso sino que es necesario, por lo que no es un proceso que debamos reprimir o, por lo menos, no de forma continua.


Beneficios de llorar


Además de que sabemos que este sirve para comunicarnos, este mecanismo cuenta con otros beneficios que lo hacen realmente interesante, ¡veámoslos!


Efecto catártico


Este demostrado que la mayoría de las personas se siente mejor tras llorar. Este efecto es debido a que el llanto activa el Sistema Nervioso Parasimpático (SNP) que es el encargado de los procesos de descanso de nuestro cuerpo.


Además, a través de las lágrimas liberamos al exterior sustancias tóxicas como puede ser el cortisol, que es la hormona encargada del estrés. De esta manera, nuestro cuerpo se limpia de sustancias perjudiciales, tal y como hace a través de la orina o del sudor, haciendo que nos sintamos mejor.


Por otra parte, estas lágrimas provocan la liberación de oxitócica y endorfinas. Estas hormonas nos van a aportar una sensación de calma y bienestar según hayamos acabado de llorar.


Es por esto que, a pesar de que la causa de nuestro llanto siga estando presente, el simple acto de llorar produce una descarga que nos relaja y nos ayuda a ver las cosas de una manera diferente.


Conexión social


Como ya hemos comentado, llorar es una forma de comunicarnos, especialmente de informar al exterior de algo que nos está ocurriendo. Pues bien, el llanto, además de propiciar el apoyo del resto para resolver aquello que nos aqueja, también nos une más, ya que en este contexto de vulnerabilidad la intimidad se incrementa favoreciendo conexiones más fuertes.


El llanto nos hace más proclives a empatizar y validar las emociones, por lo que la persona que llora se va a sentir comprendida y apoyada, algo que resulta muy sanador en la experiencia emocional.


Forma de gestión emocional


El llanto no solo comunica qué pasa al resto, sino también a nosotros mismos. Podemos verlo como un síntoma que nos señala que hay un problema subyacente que debemos abordar en pro de nuestro bienestar.


Atender a estas señales de nuestro cuerpo nos hace más hábiles con nuestras emociones con el fin de tener una gestión mejor de las mismas que nos permita estar adaptados a la vida cotidiana.


Limpieza de ojos


Además de los aspectos sociales y emocionales, encontramos beneficios mucho más inmediatos que también son importantes como la limpieza de los ojos.


Es fundamental para nuestra visión que estos estén libres de polvos y suciedades y que se mantenga lubricados. Las lágrimas puede abordar estas dos funciones, ya que, además de humedecer, contienen enzimas y anticuerpos que protegen al globo ocular contra infecciones.


Mejora el descanso


Al liberar tensiones y hormonas, el llanto provoca una mejora del descanso. Se ha comprobado sobre todo en infantes que después de llorar duermen mejor, por lo que podemos afirmar que esto hace que se concilie el sueño de una forma rápida y fácil.


¿Cada cuánto es bueno llorar?


Esta es una pregunta que también se repite mucho, ¿Cuánto debo llorar? ¿Cómo sé si estoy llorando excesivamente? ¿Qué frecuencia es la adecuada? Pues bien, la respuesta es que, sobre esto, no hay nada estipulado.


La experiencia emocional es algo muy personal y subjetivo, por lo que no debemos establecer criterios y mucho menos comparaciones al no ser algo calculado. No hay una respuesta correcta que se adapte a todas las personas.


Lo cierto, es que debemos despenalizar el llorar debido a todos los objetivos que cumple y sus múltiples beneficios; sin embargo, es importante subrayar que si detectamos que: 1) la frecuencia del llanto es excesiva en comparación con anteriores momentos, 2) esta tiene mucha intensidad, 3) dificulta nuestro día a día, 4) nos genera mucho malestar, 5) que no hay ningún suceso que lo explique o que 6) se mantiene mucho esta conducta en el tiempo, debemos acudir a un profesional.


A través de la terapia psicológica se puede detectar a qué responde este mecanismo para poder así abordar el problema desde su raíz. Acabar con el llanto sin atender aquello que lo genera no solo es inútil, sino que también es contraproducente para la salud emocional de la persona.


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