Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
El miedo al compromiso es el temor a adquirir las obligaciones y requisititos que supone una relación formalizada y pública. Sin embargo, este también podría darse en otros ámbitos de la vida.
Pero, ¿a qué se refiere este miedo? ¿De dónde surge? ¿Cómo podemos combatirlo? Todas estas cuestiones las veremos a continuación.
El miedo al compromiso supone un miedo irracional en el cual la persona que lo siente anticipa y cree que, formalizando su relación, va a perder ciertas libertades y a adquirir muchas obligaciones de las que no quiere hacerse cargo. Este temor hace que la persona afectada se sienta más cómoda dentro de la incertidumbre y de unos límites más laxos que dentro de algo más estructurado y establecido.
Este miedo se puede acentuar mucho en momentos evolutivamente cruciales dentro de la pareja, como por ejemplo anunciar que están saliendo, convivir, casarse, tener hijos, hacer planes de futuro, presentarse a sus respectivas familias…
Entonces, el problema no son esos pasos relevantes dentro de una relación, si no la interpretación de que esos pasos son irreversibles y que conllevan de manera irremediable la pérdida de la propia autonomía.
Aunque cada persona es un mundo, sí en encontramos patrones de comportamiento y de pensamiento comunes en las personas que temen al compromiso. Te mostramos algunos ejemplos:
El decantarse por una opción es visto para estas personas como una forma de cerrarse puertas, por lo que les cuesta mucho decidirse y seguir por el camino que marca esa decisión. Esto implica que no toman decisiones con el fin de no perder ninguna oportunidad posible, aunque esto realmente no funciona así y dejan pasar muchos trenes en su vida.
Esto las hace torpes en las relaciones interpersonales adultas, ya que no tienen mucha iniciativa, no aceptan sus propios errores, son impulsivas...
Prefieren ser independientes y valoran mucho esta cualidad en su día a día. Sin embargo, su definición de dependencia no es una definición que se ajuste a la realidad. Estar en una relación no implica necesariamente la pérdida de la autonomía.
Esto puede resultar paradójico pero, si no hay una relación formalizada, la persona se siente más segura, ya que no hay ningún vínculo que el otro vaya a disolver dejándolo “abandonado”.
Este aspecto va en la misma línea que el anterior punto. Dependen de las personas, por eso tienen miedo de que el compromiso estropee la relación que tienen y, finalmente, se queden solos.
Siempre piensan que algo va a estropear la relación, haciendo que en un futuro se queden solos.
Suelen focalizarse de manera exagerada en aquellas cosas que no les gustan de la vida en pareja, sin contemplar las ventajas de implicarse al 100% en una relación. Esto hace que nunca quieran dar el paso para comprometerse.
Su estilo de comunicación es pasivo o agresivo, haciendo que su potencial pareja sentimental no llegue a comprender bien el porqué de su conducta. Esto acaba deteriorando mucho la relación.
Estas personas suelen evitar o huir de las relaciones antes de llegar a un punto donde no puedan dar marcha atrás a su compromiso. Este escape ayuda en un primer momento, pero solo fomenta que el problema se vuelva más y más grande y que ellos cada vez generen menos vínculos estables.
Para justificar las decisiones que toman por su miedo suelen culpar a causas ajenas a ellos, de tal manera que su autoestima quede preservada y no lleguen a pensar que están autosaboteando su propia felicidad.
Las razones del temor a comprometerse son múltiples, pero las más comunes son: el interpretar compromiso como una pérdida de la libertad, el no saber estar en pareja tras haber estado mucho tiempo de soltería y sentirse más a gusto así, una ruptura aun no superada que haga que la persona no esté preparada para comenzar una nueva relación seria, el haber tenido alguna relación anterior que no haya funcionado y le de miedo volver a sentirse vulnerable o abandonado, el no estar preparado para dar ciertos pasos en la relación o, entre otras, el no querer una relación con su pareja en el momento actual por ciertas razones que no comunica.
Este miedo no solo afecta a las personas que lo padecen, sino que también sufren sus parejas. Cuando una parte quiere comprometerse y la otra no suele surgir la llamada dependencia emocional. Esta surge porque la persona que sí busca formalizar la relación trata de complacer al otro para conseguir su objetivo, lo que provoca que el que tiene miedo al compromiso necesite del refuerzo que le da esta persona sin llegar, por supuesto, a comprometerse.
Además, debido a su estilo de comunicación y a las múltiples excusas que utilizan, llevan a sus potenciales parejas a una terrible confusión. Estás no comprenden si quieren o no estar con ellas y, muchas veces, les hacen perder el tiempo ya que, aunque no formalizan nada, tampoco dejan el vínculo.
Sin embargo, en otras ocasiones, cortan las relaciones antes de que arranquen. De esta forma evitan que, en algún momento, estas puedan fracasar haciéndole sentir desgraciado y vulnerable.
De esta manera estas personas se quedan muchas veces solas sin quererlo, por sus comportamientos disfuncionales, repitiendo una y otra vez los patrones con las nuevas personas que entran en su vida.
Algunas recomendaciones que pueden ayudarte a perder el miedo al compromiso son:
Tenemos que tener en cuenta que las personas vamos a distintos tiempos y ritmos y que eso no es un problema. El conflicto surge cuando no se habla acerca de estos ritmos con el fin de llegar a acuerdos. Es fundamental practicar la expresión emocional en pareja y, por supuesto, la empatía para entender la postura del otro, aunque no coincida con la nuestra.
Una de las primeras cosas que debemos hacer es discernir si es miedo al compromiso o, si simplemente no queremos una relación en el momento presente o no con la persona con la que estamos. Si concretas que lo que sientes es miedo al compromiso, el siguiente paso es averiguar a qué responde este temor para poder sanarlo.
Tras esto, debes reestructurar los pensamientos irracionales que hacen que evites a toda costa vincularte con los demás y que te provocan malestar.
Por otra parte, tienes que tomar decisiones sobre tu relación, meditando sobre los pros y los contras del compromiso y no solo focalizándote en lo malo. Antes de tomar determinaciones, es útil tratar de reflexionar, evitando dar respuestas en caliente de forma impulsiva de las que te puedas arrepentir más tarde.
Igualmente, estaría bien que todo esto esté acompañado de una comunicación efectiva y frecuente con la pareja, con el trabajo continuo de la autoestima, del miedo al abandono y la dependencia emocional. Igualmente, tienes que permitirte sentir y vivir cada una de las etapas propias de una relación, a pesar de que algunas impongan respeto.
Si crees que por ti mismo no eres capaz de mejorar este sentimiento, te invitamos a que solicites ayuda profesional. Tras una evaluación exhaustiva, el psicólogo puede mejorar tu funcionamiento y tu bienestar, gracias a técnicas como la reestructuración cognitiva, el cuestionamiento de creencias irracionales, el entrenamiento en asertividad y el aprendizaje de técnicas de afrontamiento, entre otras.