Sonia González
Directora y psicóloga en Psyfeel
El vacío emocional implica en la persona una sensación extraña, difícil de explicar. La persona siente que nada de lo que hace le vale o le llena, que no encuentra sentido a las cosas. Tiene problemas para sentir placer o disfrutar de las cosas, se encuentra apático y puede sentirse solo en un mundo en el que nadie puede entenderle.
Quien siente este vacío sabe que esa sensación está en su interior, pero no sabe deshacerse de ello. Tampoco sabe si algún día logrará alejarse de este sentimiento o si, por el contrario, entrará en un pozo oscuro del que no podrá salir.
Aunque cada persona puede experimentar ese vacío de una forma, suele haber algunos síntomas comunes:
El sentimiento de vacío acaba llevando a la persona a la apatía, a no tener ganas de hacer las cosas del día a día, pues nada le llena o le hace sentir bien.
Igualmente, no tendrá capacidad para experimentar placer o disfrute por las cosas (anhedonia).
Puede que incluso acabe abandonando algunas actividades básicas del día a día, como la higiene personal.
Tendrá problemas para realizar las tareas de su trabajo o de su etapa académica, no tendrá ganas de salir o compartir momentos con la gente, y puede acabar incluso aislándose.
El no encontrar explicación a lo que ocurre puede derivar en emociones de tristeza y desesperanza. No saber la causa hace que tampoco sepas cuál es la solución, por lo que acabas hundido en un agujero negro sin saber qué hacer para llenar el vacío.
También puede ser que el sentimiento de vacío emocional provenga de haber sentido antes algunas emociones, como la tristeza. Las emociones son actos reflejos a situaciones, después interpretamos esas emociones y es cuando aparecen los sentimientos: nos podemos sentir vacíos al haber interpretado que estamos tristes, porque no hemos conseguido nada en nuestra vida o porque las cosas del día a día no son suficientes para llenarnos.
La falta de incomprensión de la gente, ya sea porque no encuentra el apoyo que necesita o porque no comparte lo que le pasa, hace que experimente una sensación de soledad y angustia. Muchas veces no comparten su problema porque no saben cómo explicarlo. “Si no entiendo yo lo que me pasa, cómo lo va a entender el resto”.
Cuando nos sentimos vacíos también es habitual que nos comparemos con el resto. Vemos cómo otros se siente felices, cómo disfrutan con las cosas, cómo han hecho más cosas en su vida que nosotros. Esto nos hace tener pensamientos distorsionados sobre nosotros: “no he logado nada en esta vida”, “es que no soy capaz”, “no sirvo”...
Puede haber muchas causas, pero hay que tener en cuenta que habitualmente el sentimiento de vacío está unido a un estado depresivo. La persona con depresión sentirá que nada tiene sentido o que nada le llena, vivirá todos los síntomas del vacío emocional.
Otras causas pueden ser la baja autoestima. En ocasiones, los pensamientos negativos sobre uno mismo nos llevan a tener una imagen distorsionada y pesimista de nosotros. Esto hace que sintamos que nada de lo que hacemos tiene sentido o que no vale como lo que el resto hace.
La desmotivación también afecta al vacío emocional. Y es que, si no nos motiva la vida que llevamos, nuestras metas, nuestras relaciones y todo nuestro día a día, es muy posible que sintamos esa pérdida de sentido de las cosas.
Al final, todas nuestras experiencias y aprendizajes son los que van determinado cómo nos sentimos. Por ello, la personalidad también influye. Tener una personalidad o una forma de ver la vida pesimista, puede llevarnos a tener estos sentimientos y a acabar en una depresión.
Algunas causas también pueden ser más biológicas. Por ejemplo, existe un tipo de depresión que se desarrolla en el cerebro y que no depende de que nos haya ocurrido algo en nuestro entorno. Una depresión endógena también puede ser la causa del vacío.
Si el vacío existencial está provocado por un episodio depresivo, es importante tratar este trastorno. En ocasiones es necesaria la ayuda profesional, sobre todo cuando se abandonan actividades básicas como la higiene o la alimentación. Si quieres saber más sobre cómo superar la depresión, puedes leer nuestro artículo “cómo superar la tristeza”.
Analiza hasta qué punto tu sentimiento está provocado por una forma distorsionada de ver la realidad. Cambiar el pensamiento a algo más realista suele ser de gran ayuda para acabar con el sentimiento de vacío.
Guardar el problema para ti mismo no suele ayudar. Puedes sentir que nadie te puede comprender, pero si no has intentado compartir el problema, no sabes si esto es verdad o solo estás intentando adivinar cómo otros reaccionarán. Prueba a contarle lo que te pasa a alguien cercano, comunícale también tu miedo de no ser comprendido.
A veces nos dejamos llevar por el filtro mental. El filtro mental es una distorsión cognitiva, que nos hace ver todo en negativo. Por el filtro solo pasan las cosas negativas, las positivas quedan bloqueadas.
Obligarnos cada día a encontrar aspectos positivos suele ser de gran ayuda para cambiar el pensamiento. Escribe todos los días tres cosas positivas del día o de ti mismo, mantén la rutina y lucha por salir del pozo.
Esto puede ayudarte a mejorar la autoestima.
Esto tiene que ver con la motivación. Si estás desmotivado con las cosas de tu día a día es porque, o el proceso se está haciendo complicado, o no estás en el camino correcto. Analiza si tus metas son las correctas o necesitas nuevas cosas que hacer.
Es normal que hayas abandonado algunas cosas. Cuando sientes ese vacío es difícil continuar con el día a día. Sin embargo, precisamente abandonar las cosas es lo que lleva a que nos sintamos peor.
Recupera aquellas actividades que te gustaban o realiza nuevas tareas que te puedan motivar. Es el comienzo para empezar a sentirte mejor.